DOMINGO de PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR -B-


PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. Hch 10, 34a. 37-43

Hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos

EN aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: 

    «Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. A este lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos.

Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. De él dan testimonio todos los profetas: que todos los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados».

Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

 

PECADOS CONTRA LA FE EN JESÚS RESUCITADO     

            La liturgia nos presenta hoy el discurso que Pedro pronunció después de la resurrección de Jesús en casa del centurión Cornelio, a propósito del tema de los alimentos puros e impuros en los que todavía seguía el pueblo metido y amarrado a algo que no tenía sentido. De la misma manera que seguía estancado en la idea de pertenencia exclusiva al pueblo y, por tanto, poseedores absolutos de la salvación. Con Cristo se ha roto esta ideología que los tiene anquilosados.

            Con la muerte y la resurrección de Jesús se ha abierto la puerta de acceso a todos los hombres de toda raza, pueblo, cultura, dando paso a la gran familia de los creyentes en Jesús que siguen el camino del reino que Él ha abierto.

            En esta nueva familia (pueblo) no cabe la exclusión de nadie; éste es uno de los signos más grandes de la resurrección de Jesús y uno de los signos más fuertes de la vida de la iglesia; una comunidad, una religión, una ideología, un país en el que se admita la exclusión, la división, es el polo opuesto a lo que nos trajo la resurrección de Jesús y, por lo tanto, al nombre de “cristiano”

 

Salmo responsorial

Sal 117, 1-2. 16-17. 22-23 (R/.: 24)

R/.   Este es el día que hizo el Señor:

        sea nuestra alegría y nuestro gozo.

 O bien:

R/.   Aleluya.

 

        V/.   Dad gracias al Señor porque es bueno,

                porque es eterna su misericordia.

                Diga la casa de Israel:

                eterna es su misericordia.   R/.

R/.   Este es el día que hizo el Señor:

        sea nuestra alegría y nuestro gozo.

 

        V/.   «La diestra del Señor es poderosa,

                la diestra del Señor es excelsa».

                No he de morir, viviré

                para contar las hazañas del Señor.   R/.

R/.   Este es el día que hizo el Señor:

        sea nuestra alegría y nuestro gozo.

 

        V/. La piedra que desecharon los arquitectos

                es ahora la piedra angular.

                Es el Señor quien lo ha hecho,

                ha sido un milagro patente.   R/.

R/.   Este es el día que hizo el Señor:

        sea nuestra alegría y nuestro gozo.

 

SEGUNDA LECTURA (opción 1)

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses. Col 3, 1-4

Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo

HERMANOS:

Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.

Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él.

Palabra de Dios.

 

SEGUNDA LECTURA (opción 2)

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios. 1 Cor 5, 6b-8

Barred la levadura vieja para ser una masa nueva

HERMANOS:

¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa? Barred la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que sois panes ácimos. Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo.

Así, pues, celebremos la Pascua, no con levadura vieja (levadura de corrupción y de maldad), sino con los panes ácimos de la sinceridad y la verdad.

Palabra de Dios.

 

SECUENCIA

Hoy es obligatorio decir la Secuencia. Los días dentro de la Octava es potestativo.

Ofrezcan los cristianos

   ofrendas de alabanza

   a gloria de la Víctima

   propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado

   que a las ovejas salva,

   a Dios y a los culpables

   unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte

   en singular batalla,

   y, muerto el que es la Vida,

   triunfante se levanta. 

«¿Qué has visto de camino,

   María, en la mañana?»

   «A mi Señor glorioso,

   la tumba abandonada,

los ángeles testigos,

   sudarios y mortaja.

   ¡Resucitó de veras

   mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,

   allí el Señor aguarda;

   allí veréis los suyos

   la gloria de la Pascua».

Primicia de los muertos,

   sabemos por tu gracia

   que estás resucitado;

   la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate

   de la miseria humana

   y da a tus fieles parte

   en tu victoria santa.

 

REFLEXIÓN

 

LA RESURRECCIÓN ACONTECIMIENTO VITAL     

Creer en Jesús resucitado lleva necesariamente un cambio de postura en la vida, en la forma de mirar las cosas, de valorar, de enfrentarse; no se trata de “creer” (intelectualmente) en que Cristo ha resucitado, como un acontecimiento físico, sino que esa resurrección se ha dado en el corazón de cada creyente que, por tanto, ha sido transformado, porque la resurrección de Cristo no la podemos “cosificar” como un acontecimiento físico que se ha dado en un lugar determinado, sino que se ha realizado en cada persona que cree en Jesús, por tanto, los motivos, los ideales, las aspiraciones… no están centradas en las  motivaciones pasajeras de la tierra: “buscad las cosas de arriba”, sino que todo toma otra dimensión; es más, esas “cosas de arriba” son las mismas de la tierra, de la historia, pero hechas y tratadas como Cristo quiere y como están llamadas también a ser; no se trata de esperar a que de forma pasiva llegue la realidad escatológica, pues con la resurrección de Jesús ha comenzado ya lo que está llamado a convertirse en realidad universal.

 

Aleluya

Cf. 1 Cor 5, 7b-8a

R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.   Ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo.

        Así, pues, celebremos la Pascua en el Señor.   R/.

 

En lugar del Evangelio propuesto a continuación puede leerse el de la Vigilia pascual.

En las Misas vespertinas puede leerse el Evangelio del pasaje de Emaús.

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan. Jn 20, 1-9

Él había de resucitar de entre los muertos

EL primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: 

    «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.

Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. 

Palabra del Señor.

 

EVANGELIO (opcional para las Misas vespertinas)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas. Lc 24, 13-35

Quédate con nosotros, porque atardece

 

AQUEL mismo día (el primero de la semana), dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

Él les dijo:

    «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».

Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:

    «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?».

Él les dijo:  «¿Qué?».

Ellos le contestaron:

    «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».

Entonces él les dijo:

    «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».

Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.

Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:

    «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída». 

Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.

Y se dijeron el uno al otro:

    «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».

Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

    «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

 

RESURRECCIÓN, SENTIDO DE LA EXISTENCIA     

            Cuando miramos para atrás y observamos a Jesús que se planta frente a toda una estructura político-religiosa injusta y abre la humanidad a un proyecto nuevo, invitando a todos a emplearse a fondo en su construcción…

            Cuando vemos a través de la historia los millones de personas que se jugaron su vida y la han entregado felices, basados en esa palabra que Él nos dio… Ante esta realidad Pablo dirá: “Si no creemos en la resurrección, nuestra fe, nuestra esperanza, es una farsa”, un cuento; lo que Cristo y millones de personas han hecho y siguen haciendo es una estupidez.

            Creer en Jesús resucitado es encontrarle el sentido a todo, la alegría de la existencia: venimos como parte de un proyecto que comenzamos aquí y lo terminamos en la resurrección.

            Sería tremendo haber aparecido en la tierra por casualidad, venidos del vacío y teniendo como horizonte el vacío y el sin sentido; quedando en la tierra perdidas todas las esperanzas y las ilusiones de creer en un mundo mejor, lleno de alegría, de esperanza, de justicia, de verdad y de fraternidad; un espacio en el que puedan ser superadas todas las tristezas, las enfermedades, el sufrimiento de tanta gente que nació sufriendo y vivió toda su vida esperando que cambie su situación y en ello empleó todo su esfuerzo y su energía… ¡Que todo esto termine en el vacío…!

            Vivir viendo que se podrían hacer un montón de cosas y ver que no se puede completar nada, que todo se queda a medias, que todo lo que se ha sembrado y se ha comenzado con tanta ilusión, no va a servir para nada…

            Que lo que hemos construido con tanta ilusión, alegría y esfuerzo no sirve para nada… Tendríamos que concluir que lo peor que nos ocurrió fue haber venido a esta vida.

            La resurrección es la ratificación del sentido pleno de toda la existencia y de la creación entera, es la certificación de que todo lo que se ha sembrado está llamado a nacer, a crecer y a dar su fruto esperado, de no ser así, todo lo que existe sería un fracaso, un sin sentido.

 

 

DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR


CONMEMORACIÓN DE LA ENTRADA DEL SEÑOR EN JERUSALÉN



EVANGELIO 

Lectura del santo Evangelio según san Marcos. Mc 11, 1-10

 

         CUANDO se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al monte de los Olivos, mandó a dos de sus discípulos, diciéndoles:
«Id a la aldea de enfrente y, en cuanto entréis, encontraréis un pollino atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta por qué lo hacéis, contestadle: “El Señor lo necesita, y lo devolverá pronto”».
         Fueron y encontraron el pollino en la calle atado a una puerta;
y lo soltaron. Algunos de los presentes les preguntaron:
«¿Qué hacéis desatando el pollino?».
         Ellos les contestaron como había dicho Jesús; y se lo permitieron.
Llevaron el pollino, le echaron encima los mantos, y Jesús se montó. Muchos alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante y detrás, gritaban:
«¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!».

Palabra del Señor.

 

 

MISA

 

PRIMERA LECTURA

No escondí el rostro ante ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado
(Tercer cántico del Siervo del Señor)

Lectura del libro de Isaías. Is 50, 4-7

 EL Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo;

     para saber decir al abatido una palabra de aliento. 

Cada mañana me espabila el oído, 

     para que escuche como los discípulos. 

El Señor Dios me abrió el oído; 

     yo no resistí ni me eché atrás. 

Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, 

     las mejillas a los que mesaban mi barba; 

     no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos. 

El Señor Dios me ayuda, 

     por eso no sentía los ultrajes; 

     por eso endurecí el rostro como pedernal, 

     sabiendo que no quedaría defraudado.

Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

 

“SERVIDORES DE LA VERDAD

            El profeta acepta la misión que el Señor le ha dado: ser portador de su palabra, de su mensaje, pero aceptar esto le va a exigir estar en constante actitud de escucha; cada mañana se ha de presentar para decir al Señor: “dime qué quieres de mi”, y con esa actitud se pone a disposición para hacer lo que le pida sin condiciones.

            Esta actitud que describe el profeta es la que tiene Jesús, sin resistencias de ningún tipo y es la actitud que Cristo pide a todos los que le siguen: ser capaz de dar la cara, no pasar haciéndose el loco, el que no ve, ni oye, el que no se entera de la realidad que tiene delante, sin darle rodeos y sin hacer lo blanco negro y viceversa.

            Esta actitud que presenta el profeta y que asume Jesús como suya y que pide a todos los que le siguen, no puedo evitar el acogerla yo para reflexionar cómo la asumo en mi vida y mirar cómo la estamos asumiendo dentro de la comunidad.

            En este momento no puedo volver la cara para otro lado y evitar la realidad que estamos viviendo en este Domingo de Ramos en el que Jesús, fiel a  esta actitud, se presenta en Jerusalén dando la cara, de frente, contra un sistema de explotación y de muerte que se está imponiendo y que le piden que se calle y no deje a la gente que grite.

            Él no se echa atrás frente a los que le insultan y le ofenden y le golpean. Hoy, con vergüenza estamos asistiendo a la cobardía de aquellos que en nombre de Jesus sostienen el sistema de muerte y ante las amenazas y las advertencias de los políticos se echan atrás y se callan ante el crimen que se está cometiendo.

 

Salmo responsorial

Sal 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24 (R.: 2ab)

R/.   Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

 

        V/.   Al verme, se burlan de mí, 

                hacen visajes, menean la cabeza: 

                «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; 

                que lo libre si tanto lo quiere».   R/.

R/.   Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

 

        V/.   Me acorrala una jauría de mastines, 

                me cerca una banda de malhechores; 

                me taladran las manos y los pies, 

                puedo contar mis huesos.   R/.

R/.   Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

 

        V/.   Se reparten mi ropa, 

                echan a suerte mi túnica. 

                Pero tú, Señor, no te quedes lejos; 

                fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.   R/.

R/.   Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

 

        V/.   Contaré tu fama a mis hermanos, 

                en medio de la asamblea te alabaré. 

                «Los que teméis al Señor, alabadlo; 

                linaje de Jacob, glorificadlo; 

                temedlo, linaje de Israel».   R/.

R/.   Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

  

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses. Flp 2,6-11

Se humilló a sí mismo; por eso Dios lo exaltó sobre todo

 CRISTO Jesús, siendo de condición divina, 

     no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; 

     al contrario, se despojó de sí mismo 

     tomando la condición de esclavo, 

     hecho semejante a los hombres.

Y así, reconocido como hombre por su presencia,

     se humilló a sí mismo, 

     hecho obediente hasta la muerte, 

     y una muerte de cruz. 

Por eso Dios lo exaltó sobre todo 

     y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; 

     de modo que al nombre de Jesús 

     toda rodilla se doble 

     en el cielo, en la tierra, en el abismo, 

     y toda lengua proclame: 

     Jesucristo es Señor, 

 

REFLEXIÓN

 

“NO UTILIZAR EL PODER EN BENEFICIO PROPIO”

             La comunidad cristiana tiene presente la actitud de Cristo como referente para su vida: Él tiene en sus manos la posibilidad de hacer que todas las cosas sean de otra forma; Él podrá aprovechar del poder que tiene para hacer que su plan se realice con éxito de acuerdo a los esquemas que tiene establecidos  el sistema.

            Pero Cristo no se aprovecha del poder que tiene en beneficio propio, sino que prefiere quedarse al lado del hombre, al lado del último de los hombres: “tomó la condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres… se humilló a si mismo haciéndose obediente hasta la muerte”.

            Tener esa posibilidad en las manos y desperdiciarla, es considerado de tontos: adán no se pudo resistir a la tentación de ser como Dios y precipitó al género humano al abismo; es exactamente lo que hacen todos los que quieren aprovecharse y muerden la manzana del poder, llegan a sentirse como “dioses” incluso sobre aquellos que los auparon al trono, ni siquiera se consideran deudores de una confianza que se puso en ellos y confunden lo que deberían ser: servidores de una causa par la que se les puso y se instalan en un endiosamiento megalómano.

            El camino es completamente contrario: Cristo no muerde la “manzana” y su vida se convierte en salvación para todos, pues al vaciarse de si entra la potencia salvadora de Dios y hace que su vida y su persona se conviertan en expresión de la gloria de Dios.

 

Versículo antes del Evangelio

Cf. Flp 2,8-9 

Cristo se ha hecho por nosotros obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre.

 Para la lectura de la historia de la Pasión del Señor no se llevan cirios ni incienso, ni se hace al principio la salutación habitual, ni se signa el libro. Esta lectura la proclama el diácono o, en su defecto, el mismo celebrante. Pero puede también ser proclamada por lectores laicos, reservando, si es posible, al sacerdote la parte correspondiente a Cristo. 

 Si los lectores de la Pasión son diáconos, antes del canto de la Pasión piden a bendición al celebrante, como en otras ocasiones antes del Evangelio; pero si los lectores no son diáconos se omite esta bendición.

 

EVANGELIO (forma breve)

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo. Mc 15, 1-39

¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?
Cronista
Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, hicieron una reunión. Llevaron atado a Jesús y lo entregaron a Pilato.
Pilato le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?».
C. Él respondió:
+ «Tú lo dices».
C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo:
S. «¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan».
C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba extrañado. Por la fiesta solía soltarles un preso, el que le pidieran.
Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los rebeldes que habían cometido un homicidio en la revuelta. La muchedumbre que se había reunido comenzó a pedirle lo que era costumbre.
Pilato les preguntó:
S. «¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?».
C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia.
Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás.
Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
S. «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?».
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. «Crucifícalo».
C. Pilato les dijo:
S. «Pues ¿qué mal ha hecho?».
C. Ellos gritaron más fuerte:
S. «Crucifícalo».
C. Y Pilato, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

Le ponen una corona de espinas, que habían trenzado
C. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio —al pretorio— y convocaron a toda la compañía. Lo visten de púrpura, le ponen una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!».
C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él.
Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacan para crucificarlo.

Conducen a Jesús al Gólgota
C. Pasaba uno que volvía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo; y lo obligan a llevar la cruz.
Y conducen a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»),

«Fue contado entre los enemigos»
C.
 y le ofrecían vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucifican y se reparten sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno.
Era la hora tercia cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.

A otros ha salvado ya sí mismo no se puede salvar

C. Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
S. «Tú que destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz».
C. De igual modo, también los sumos sacerdotes comentaban entre ellos, burlándose:
S. «A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos».
C. También los otros crucificados lo insultaban.

Jesús, dando un fuerte grito, expiró
C.
 Al llegar la hora sexta toda la región quedó en tinieblas hasta la hora nona. Y a la hora nona, Jesús clamó con voz potente:
«Eloí Eloí, lemá sabaqtaní?».
C. (Que significa:
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»).
C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S. «Mira, llama a Elías».
C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber diciendo:
S. «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo».
C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.

Todos se arrodillan, y se hace una pausa.
C.
 El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
S. «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios».

 
Palabra del Señor.

  

REFLEXIÓN

 

ANTE TODO LA PERSONA      

            En la vida de Jesús no lograron hacer que se doblegara a ningún partido, a ningún interés privado y menos aún a ninguna ideología política o religiosa, por eso terminó odiado por todos: fariseos, saduceos, sacerdotes, romanos…

            Todos quisieron tenerlo en sus filas, pero no se sometió a nadie, por eso, al final todos se pusieron de acuerdo aunque eran enemigos, para quitárselo de en medio.

            Para Jesús solo hubo un valor absoluto: LA PERSONA y, lógicamente, no toleró que se la atropellara con la injusticia, la exclusión, el atropello, o el desprecio y, por eso se puso del lado de los más débiles: los enfermos, los hambrientos, los marginados, los explotados, los despreciados, los maltratados… y no porque fueran los mejores, sino porque eran los más desprotegidos.

            Jesús no ha cambiado y hoy sigue identificándose con los que sufren: con los que han tenido que abandonar su tierra por culpa de los políticos y han tenido que huir de la guerra que han montado o por haberse puesto del lado de las grandes multinacionales que trafican con los alimentos y con la salud; Jesús se pone del lado de los que están sufriendo las consecuencias de todo el desorden mundial establecido por los servidores del dios dinero que exige la muerte como culto y no dudan en matar en nombre de la justicia y de la libertad.

            Nosotros, los creyentes en Jesús, no podemos encerrarnos en nosotros mismos, vivir en la intimidad un sentimiento espiritual y quedarnos tan tranquilos.

            Cuando miramos a Cristo, agredido, acusado injustamente, juzgado como un criminal y crucificado, tenemos que ver en su rostro el amor infinito de Dios al hombre y el rechazo absoluto a toda ideología, del tipo que sea, que humille o degrade al hombre.