DOMINGO II DE CUARESMA -A-


PRIMERA LECTURA

Vocación de Abrahán, padre del pueblo de Dios

 

Lectura del libro del Génesis. Gén 12, 1-4a

EN aquellos días, el Señor dijo a Abrán:
«Sal de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré.
Haré de ti una gran nación, te bendeciré, haré famoso tu nombre y serás una bendición.
Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan, y en ti serán benditas todas las familias de la tierra».
Abrán marchó, como le había dicho el Señor.

Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN.

 

LA RESPUESTA DE LA FE    

El pasaje del Génesis nos trae un eco especial del compromiso que Dios hace con Noé (Gn. 9), de su fidelidad a todo lo que ha hecho, a pesar de que los hombres siguen inclinándose al mal, pero Él sigue siendo fiel y quiere estar en amistad con los hombres.

           El pasaje va a continuación del desorden de Babel, en donde salieron cada uno por su lado y Dios sale al encuentro, intentando la reconciliación de nuevo con el hombre: llama a Abrahán invitándole a romper esquemas y salirse del ambiente donde se han metido: “Sal de tu tierra y de entre tus parientes… y vete a la tierra que yo te indicaré”. Es la única forma de abrir un camino nuevo.

           La petición que le hace, la apoya con una promesa de bendición: le va a dar una descendencia, cosa que era imposible humanamente; bendeciría a todos los que lo acojan, es decir: lo va a hacer signo de bendición para el mundo; la 3ª fase de la promesa es que su bendición va a alcanzar a todos los pueblos de la tierra: “Por ti serán benditas todas las naciones de la tierra”

           Esta promesa que Dios hace a Abrahán se ve plenamente cumplida en Cristo, no solo extendida a todos los hombres, sino a todos los tiempos.

           A la petición de Dios, sigue la respuesta incondicional de Abrahán que permite a Dios actuar de acuerdo a sus designios, en contraposición a lo que ocurrió en el paraíso, donde el hombre quiso suplantar a Dios y convertirse en dios de sí mismo, convirtiéndose en maldición para toda la tierra.

           La actitud de Abrahán se convierte en referente necesario para todo hombre y todo pueblo que se llama creyente y se fía de Dios; será también el modelo de respuesta para todas las llamadas que Dios va haciendo en la historia, enseñándonos cómo responder.

 

Salmo responsorial

Sal 32, 4-5. 18-19. 20 y 22 (R/.: 22)

R/.   Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

 

        V/.   La palabra del Señor es sincera,
                y todas sus acciones son leales;
                él ama la justicia y el derecho,
                y su misericordia llena la tierra.   
R/.

R/.   Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

 

        V/.   Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
                en los que esperan su misericordia,
                para librar sus vidas de la muerte
                y reanimarlos en tiempo de hambre.   
R/.

R/.   Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

 

        V/.   Nosotros aguardamos al Señor:
                él es nuestro auxilio y escudo.
                Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
                como lo esperamos de ti.   
R/.

R/.   Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

 SEGUNDA LECTURA

Dios nos llama y nos ilumina

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo. 2 Tim 1, 8b-10

QUERIDO hermano:
Toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios.
Él nos salvó y nos llamó con una vocación santa, no por nuestras obras, sino según su designio y según la gracia que nos dio en Cristo Jesús desde antes de los siglos, la cual se ha manifestado ahora por la aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús, que destruyó la muerte e hizo brillar la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio.

Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN.

 

ALIENTO EN LA LUCHA   

            Pablo escribe a Timoteo recordándole algo que es fundamental: Dios los ha llamado, no porque sean así de interesantes y necesarios, sino porque Él ha querido hacerlos partícipes de su obra redentora; es el gran regalo que Dios les hace y al que hay que responder con la misma actitud que Él ha tenido hacia nosotros: gratuita y agradecida

            S. Pablo está en la cárcel en Roma, en un ambiente tremendo, pues es tratado como un vulgar delincuente y ve todo lo que allí está ocurriendo y escribe a Timoteo, haciéndole tomar conciencia del mensaje urgente que tienen que llevar a la gente, pues no se puede permitir lo que estás ocurriendo y que nadie diga nada ni alumbre la verdad.

            Tiene muy claro que llevar adelante la misión, va a costar sangre, pero ni la muerte nos puede detener, pues detrás de nosotros tenemos a Dios con su fuerza que nos sostiene.

            Pablo pide a Timoteo que sea fuerte y que la situación de inmoralidad, de deserción de cristianos que se está dando, no lo echen abajo ni lo desanimen, Dios cuenta ya con todo eso y, por encima de todos nuestros descalabros, ha de triunfar la verdad.

            Estas palabras y este mensaje de ánimo y esperanza tienen una resonancia especial en los momentos que vivimos, en donde el horizonte parece oscurecerse hasta el punto que no se ve nada claro.

 

Versículo antes del Evangelio

Cf. Lc 9, 35

En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre:
«Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo».

EVANGELIO

Su rostro resplandecía como el sol


Lectura del santo Evangelio según san Mateo. Mt 17, 1-9

EN aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto.
Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:
    «Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía:
    «Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo».
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:
    «Levantaos, no temáis».
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó:
    «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».

Palabra del Señor

 

REFLEXIÓN

 

LOS SILENCIOS DE LA VIDA    

             Nos encontramos frente a una exposición que hace el evangelista S. Mateo a su comunidad para explicarle uno de esos grandes momentos vividos en torno a Jesús del que salieron transformados.

            Muchos hemos tenido algún momento de esos en el que nos hemos sentido transformados por la experiencia que hemos vivido, hasta el punto que salimos diciendo que nuestra vida ha tenido un antes y un después.

            Estos momentos de encuentro con Dios y con nosotros mismos, son muy buenos y es necesario buscarlos, porque vienen a ser como momentos de descanso y recuperación de energías; Jesús invitaba a los apóstoles a buscarlos constantemente en la oración.

            Lo normal de nuestra existencia es entrar en una especie de monotonía en la que vamos viviendo sin darnos cuenta, arrastrados por la inercia y muchas veces nos encontramos cansados, desanimados, sin fuerzas y sin ganas de seguir caminando… De repente nos encontramos con algo especial que nos hace salir de la monotonía que traíamos y empezamos a verlo todo con otro sentido, con otra dimensión… parece como si nuestros ojos se hubieran rejuvenecido y la vida cobrara otra luminosidad, a pesar de que la realidad sigue siendo la misma, pero nuestra manera de mirarla ha cambiado por entero y empezamos a ver las cosas tal como habíamos soñado y que ya habíamos olvidado.

            Estas experiencias son las que en verdad nos hacen recuperar la alegría, las ganas de trabajar, la ilusión y refuerzan nuestra esperanza.

            Esto es algo que necesitamos constantemente en nuestro camino para seguir metiéndole entusiasmo a lo que hacemos; todos nosotros necesitamos encontrarnos con Jesús en muchos momentos de nuestra vida, es el “Tabor” particular que todos tenemos y que podemos encontrar de mil formas y en miles de situaciones y circunstancias: en la oración, en la enfermedad, en un silencio, en un lugar, en un encuentro con alguien…