DOMINGO -XIV- T.O. -A-

 Lectura del profeta Zacarías 9,9‑10

Mira a tu rey que viene a ti modesto  

Así dice el Señor: "Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica. Destruirá los carros de Efraín, los caballos de Jerusalén, romperá los arcos guerreros, dictará la paz a las naciones; dominará de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra."
Palabra de Dios
 

REFLEXIÓN 

LA UTOPIA DE UN MESÍAS CERCANO  

Como ocurre en todas partes, el fanatismo de unos grupos esperaba un mesías poderoso, vengador, nacionalista, cerrado… que los pusiera con el poder a la cabeza de todos los pueblos; Zacarías, en cambio, es otra historia completamente distinta y, por eso, lo persiguieron y fue más bien el punto de choque constante.

Zacarías se siente más unido a las comunidades que surgen después del exilio babilónico que sueñan y se esfuerzan en recuperar su identidad a partir de elementos mucho más abiertos y comunitarios.

Después de la experiencia vivida, es un absurdo centrar la esperanza en la fuerza y el poder, al estilo de David y menos aún al estilo de Salomón; el pueblo sencillo espera y desea algo mucho más simple que es el poder vivir y que lo dejen en paz. Se acabó el soñar con el modelo de un Mesías guerrero y militar al estilo de los reyes que han tenido, que por mirar de esa forma  los han llevado a la ruina y a tener que venderse a cada momento. Todos sueñan en alguien que establezca el orden, la paz y la justicia y les haga vivir la fraternidad en verdadera solidaridad; será el gran líder que establecerá la paz a nivel universal, pues todos lo mirarán y lo tendrán como el gran referente.

Zacarías sueña con el Mesías como  alguien que se distingue no por la fuerza y el aplastamiento que va a hacer con los enemigos, sino por tener como lema la justicia, un hombre cercano y  sencillo que camine  con la verdad y de esa forma establecerá la paz

Un hombre humilde y sencillo que no se presenta sobre un carro de guerra, sino sobre un pollino, pero esto no quiere decir que proponga: ni el conformismo ni la sumisión, pues la justicia será su bandera y la base sobre la que se sostenga todo.

Será un Mesías que establecerá la paz, pero no como resultado de la guerra y la violencia, sino  de forma muy diferente a como se ha venido caminando hasta el  momento, en donde la ambición del poder de algunos grupos ha llevado a un centralismo y a querer uniformar a la gente, destruyendo toda libertad y cerrándolos en si mismos,  con lo que acabaron destruyéndose, pues todo el poder quedó reducido en manos de unas cuantas familias que se ubicaron en torno al templo; de esta forma, los pobres quedaron excluidos de todo sin posibilidad de que su voz se pudiera escuchar en ningún foro.

Cuando leemos despacio estos textos, es imposible volver la vista y hacerse el sordo ante la actualidad  que vivimos, pues no parece que hubiera transcurrido el tiempo y vemos cómo al pueblo se le sigue manejando de la misma manera y con los mismos objetivos de hace miles de años.  

Salmo responsorial: 144    

Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.  

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; /
bendeciré tu nombre por siempre jamás. /
Día tras día, te bendeciré /
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.  

El Señor es clemente y misericordioso, /
 lento a la cólera y rico en piedad; /
 el Señor es bueno con todos, /
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.  

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, /
que te bendigan tus fieles; /
que proclamen la gloria de tu reinado, /
que hablen de tus hazañas. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.  

El Señor es fiel a sus palabras, /
bondadoso en todas sus acciones. /
El Señor sostiene a los que van a caer, /
endereza a los que ya se doblan. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey. 
 

Lectura de la carta de S. Pablo a los Romanos 8,9.11‑13
Si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis  

Hermanos: Vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros. Así, pues, hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis
Palabra de Dios
 
REFLEXIÓN 

DIOS ES AMOR, PERO TAMBIÉN JUSTICIA 
            S. Pablo parte de un principio  irrevocable e indiscutible, es como la evidencia de la luz del día: han sido bautizados, por tanto, el Espíritu que los anima no es el de la carne, el del mundo, sino el de Dios; por tanto, las obras que han de distinguirlos no son las de la carne (los instintos naturales y los intereses del mundo), sino los del espíritu que habita en ellos; esto es tan evidente  y lógico como la luz que alumbra en pleno día, sin embargo la experiencia suele dar todo lo contrario: gente que está bautizada y, en consecuencia, muerta al pecado y a la fuerza del espíritu del mundo, sin embargo sigue actuando como si no conociera el Espíritu de Cristo resucitado.

            Sigue manteniendo la lógica: el mismo Espíritu que resucitó a Jesús de entre los muertos nos resucitará también a nosotros, pero el problema se da el momento en que nosotros anulamos el Espíritu con nuestra libertad de forma que no dejamos que actúa en nosotros, entonces siguiendo la misma lógica: si anulamos la fuerza del Espíritu Santo en nuestras vidas de modo que vivimos como si no existiera, ¿Actuará el espíritu en contra de nuestra libertad en el momento final?

            Es el grave peligro que constantemente nos acecha y que expresamos de una forma sencilla diciendo es: “Si Dios es todo amor, ¿Cómo va a dejarnos perder en el momento final y definitivo? Y nos olvidamos que Dios, lo mismo que es amor, también es justicia, y no va a actuar jamás en contra de nuestra de nuestra libertad.

            De ahí que S. Pablo les recuerde a los cristianos de Roma esto mismo para que no se despisten. 

Lectura del santo evangelio según S. Mateo 11,25‑30
Soy manso y humilde de corazón  

En aquel tiempo, exclamó Jesús: "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera."
Palabra del Señor 

REFLEXION 

LA “UTOPÍA” CRISTIANA  

El evangelio de S. Mateo nos presenta a Jesús proponiendo el proyecto que ya hubiera anunciado Zacarías: Jesús no se identifica con los ideales de su tiempo sobre el Mesías, ideales que eran mantenidos por sabios y entendidos en los asuntos del mundo, sino con los sencillos, los que entienden sin segundas lecturas y sin complicaciones el mensaje del reino.

En Jesús no se vislumbra el más mínimo asomo de fuerza ni poderío al estilo del imperio romano, ni siquiera de las presiones religiosas que ejercen los sacerdotes del templo o los escribas y letrados de la época; tampoco se une a los extremistas y nacionalistas que demonizan al imperio y creen que con quitárselo de encima tienen todo resuelto… Jesús no va por ahí y por eso choca constantemente con todos.

Los grandes ideales de Jesús van más por el mensaje de los profetas que invitan a que el pueblo recorra su propio camino, establezca la fraternidad y vaya viviendo en paz; esto va a obligar a todos a tener en su vida un cambio constante de actitudes que van a hacer que se dé una transformación social y de esta manera los sencillos, los pobres, los excluidos van a encontrar sosiego, apoyo, consuelo.

Una sociedad excluyente como la que tenemos en la actualidad, en la que se “descartan” –como dice el Papa- a los niños, a los ancianos, y a los jóvenes, está completamente acabada y tiene firmada su sentencia de muerte.

Para Jesús, el cambio no ha de venir de arriba abajo, eso es imposible: los que están arriba no se van a bajar ni matándolos, lo único que les derribará es dejándolos solos; para Jesús, el cambio se dará el momento en que en la base se decidan a establecer y vivir una comunidad de hermanos que se decidan a demostrar al mundo que es posible vivir de otra manera; por eso Jesús insiste en la actitud necesaria de coger cada uno el yugo del amor para “uncirse” en la tarea de construir la paz, la verdad, la justicia.

Pero no lo podemos olvidar: esto no es algo que nace de la noche a la mañana, como algunos quieren imponerlo por la fuerza, esto ha de sembrarse, cuidarse y cultivarse y la “utopía” se puede convertir en verdadera realidad; de lo contrario, imponer esto se convierte en una carga insoportable y la espiritualidad de la cruz se convierten en una doctrina horrorosa: no le podemos pedir a cualquiera que sea pacifista si ha nacido, ha crecido y está acostumbrado a resolverlo todo por la fuerza; no podemos pedir a cualquiera que sea manso cuando toda su vida ha crecido y se ha organizado a golpes de ley y entendiendo que la vida es ascender incluso, comprando y machacando a los demás.

La comunidad que Jesús presenta está hecha a base de afecto, solidaridad, respeto, libertad, en esto está la gran diferencia en las sociedades que otros presentan teóricamente iguales, pero en la base tan distintas que mientras Él pone como base de todo el amor, los otros ponen las armas y la violencia.

 

 

DOM. XIII -FESTIVIDAD DE S. PEDRO Y S. PABLO-

Lectura del libro de los hechos 12,1-11

            En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la iglesia. Hizo decapitar a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, mandó detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno: tenía intención de ejecutarlo en público, pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la iglesia oraba insistentemente a Dios por él.
            La noche antes de que lo sacara Heredas estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado a ellos con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel.
            De repente se presentó el Ángel del Señor y le iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y dijo: “Date prisa, levántate.”
            Las cadenas se le cayeron de las manos y el Ángel añadió: “Ponte el cinturón y las sandalias”
            Obedeció y el Ángel le dijo: “Échate la capa y sígueme”.
            Pedro salió detrás creyendo que lo que hacía el Ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron y al final de la calle se marchó el Ángel.
            Pedro recapacitó y dijo: Pues era verdad: el Señor ha enviado su Ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.
            Palabra de Dios
 

REFLEXIÓN 

EL RIESGO DE SER TESTIGO             

S. Lucas presenta el contexto  del acontecimiento en un momento fuerte de persecución, en el que existe un actor principal: Herodes Agripa que ha matado a Santiago que era la cabeza visible del grupo en Jerusalén y ha visto que la decisión ha gustado a las autoridades judías, entonces decide ir a por la otra cabeza: el pescador de Galilea: Pedro.

En esta estrategia,  el autor deja bien claro que Dios ha intervenido y ha metido su mano para liberar a Pedro, de hecho se escapó de la cárcel dejando a Herodes con su plan sin poder realizarlo.

Es interesante destacar dos detalles interesantes: mientras Pedro está en la cárcel, la iglesia permanece en oración: es el signo de solidaridad y de unión con los necesitados, cosa que ha de caracterizar siempre a la iglesia. El otro detalle es que Pedro es detenido en la semana de Pascua… lo mismo que Jesús, y podía haber muerto lo mismo que Jesús.
 
Su muerte no será en Jerusalén, sino en Roma. Pero queda bien claro que ser testigo de Jesús lleva consigo comprometerse en la lucha contra el mal, lo mismo que lo hizo Él, hasta entregar la vida, si es necesario.
 
Esta actitud la vemos reflejada en todos los apóstoles del comienzo de la iglesia y la seguimos viendo en nuestros días con toda la gente que está muriendo por el simple hecho de confesarse cristiano. No obstante, hay algo que hoy se echa en falta en nuestra iglesia: aquella actitud de la primitiva comunidad de solidaridad y comunión que hacía suyo el dolor y los problemas de los hermanos. Es cuestión de que nos detengamos a observar lo que está pasando  con todos los cristianos que están asesinando  hoy en el mundo en una persecución como no la ha habido en la historia y permanecemos impasibles. Y es que el sistema nos tiene “anestesiados” 

Salmo responsorial   33 

V/ El Ángel del Señor librará a los que temen a Dios.
R/ El Ángel del Señor librará a los que temen a Dios. 

Bendigo al Señor en todo momento, /
su alabanza está siempre en mi boca; /
mi alma se gloría en el Señor: /
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
R/ El Ángel del Señor librará a los que temen a Dios.
 
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, /
ensalcemos juntos su nombre. /
Yo consulté al Señor, y me respondió, /
me libró de todas mis ansias. R.
R/ El Ángel del Señor librará a los que temen a Dios. 

Contempladlo, y quedaréis radiantes, /
vuestro rostro no se avergonzará. /
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha /
y lo salva de sus angustias. R.
R/ El Ángel del Señor librará a los que temen a Dios. 

El ángel del Señor acampa /
en torno a sus fieles y los protege. /
Gustad y ved qué bueno es el Señor, /
dichoso el que se acoge a él. R.
R/ El Ángel del Señor librará a los que temen a Dios. 

Lectura de la segunda carta de S. Pablo a Timoteo 4,6-8. 17-18

            Querido hermano:
            Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me queda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no solo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida.
            El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. El me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. ¡A Él la gloria por los siglos de los siglos amén!
            Palabra de Dios
 

REFLEXIÓN: 

LA SEGURIDAD DE VIVIR ANCLADOS EN CRISTO   

S. Pablo le escribe a Timoteo, su amigo entrañable y, con un tono clarísimo de tristeza, se despide de él. Pablo está en la cárcel y prevé que las cosas están feas, no ve el panorama claro y presiente que los días los tiene contados. No puede remediar el dolor y el recuerdo de tantas incomprensiones, críticas y hasta traiciones de aquellos en quienes había puesto toda su confianza. Siente la necesidad de desahogarse con sus leales amigos Timoteo y Onésimo; a pesar de sentirse tranquilo, pues entiende que su mensaje no ha sido expresado desde la comodidad, ni desde una actitud facilona, sino que le ha costado mucho trabajo hacerlo y, si lo ha hecho, es por el convencimiento que tiene y la fe en Jesucristo que son los únicos móviles que lo sostienen.

            Como digo, se siente tranquilo de haber hecho lo que se le pedía: “He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe” y, todas las dificultades por las que ha pasado,  no han empequeñecido su amor y entrega a Jesús, sino todo lo contrario, por eso se siente feliz, pues eso le hace sentir la alegría del triunfo que Jesús había prometido: “Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día”.

            Pablo tiene seguro algo: él no hubiera sido capaz de aguantar todo lo que ha aguantado y jamás hubiera confiado en sus propias fuerzas, ya que se conoce muy bien, si es que Cristo no hubiera estado a su lado; esto mismo le hace sentirse, incluso, más seguro, de que su obra no es tanto suya cuanto del mismo Jesucristo, por eso se siente seguro. 

Lectura del santo evangelio según S. Mateo.  16,13-19. 

            En aquel tiempo, llegó Jesús a la región de Cesárea de Felipe y preguntaba a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?
            Ellos contestaron: “Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que jeremías o uno de los profetas”
            Él les preguntó: “Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?
            Simón Pedro tomó la palabra y dijo: “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
            Jesús le respondió: “¡Dichoso tú, simón, hijo de Jonás! Porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora yo te digo: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia y el poder del infierno no la derrotará.
            Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo; lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”.
            Palabra del Señor 

REFLEXIÓN 

LA PIEDRA SOBRE LA QUE SE APOYA LA FE   Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.
La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: "Date prisa, levántate." Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió: "Ponte el cinturón y las sandalias." Obedeció, y el ángel le dijo: "Échate el manto y sígueme." Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel. Pedro recapacitó y dijo: "Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos."  Salmo responsorial: 33El Señor me libró de todas mis ansias.su alabanza está siempre en mi boca; / mi alma se gloría en el Señor: / que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor, / ensalcemos juntos su nombre. / Yo consulté al Señor, y me respondió, / me libró de todas mis ansias. R. Contempladlo, y quedaréis radiantes, / vuestro rostro no se avergonzará. / Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha / y lo salva de sus angustias. R. El ángel del Señor acampa / en torno a sus fieles y los protege. / Gustad y ved qué bueno es el Señor, / dichoso el que se acoge a él. R.  2Timoteo 4,6-8.17-18Ahora me aguarda la corona merecidatoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
 Mateo 16,13-19Tú eres Pedro, y te daré las llaves del Reino de los cielosEn aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?" Ellos contestaron: "Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo." Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que deDespués de todas las fiestas que se han venido celebrando en este tiempo de pascua y de la venida del Espíritu Santo, éste es el primer domingo en el que retomamos el Tiempo Ordinario, o tiempo de la Iglesia y comienza justamente con la fiesta de S. Pedro y S. Pablo, los dos grandes pilares de la iglesia.

La liturgia nos presenta, para reiniciar el camino, el episodio que marca el final de la segunda parte del evangelio de Mateo: “La Confesión de Cesarea”.

Es muy interesante que enmarquemos el episodio en su contexto: en el cap. 16,1-12 Jesús advierte a sus discípulos que tengan cuidado con la doctrina de los fariseos que los puede confundir: “Se le acercaron los saduceos y los fariseos para ponerlo a prueba…  estad atentos y guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos… entonces comprendieron que se trataba de cuidarse de las enseñanzas de los fariseos y saduceos”. Tienen el peligro de dejarse llevar por todas las leyes que tienen configurada la “paz” de Israel y el “orden” establecido al que confunden con la “voluntad de Dios”

Para que no se fueran por otros derroteros, se puso a hablarles de su próxima muerte. En este contexto se enmarca la confesión de Pedro: confesar a Jesús lleva consigo una fidelidad a su persona y a su proyecto que llevará hasta la misma muerte.

Es un texto clave dentro del evangelio de S. Mateo, pues presenta un momento en el que Jesús se identifica: Están en Cesarea, fuera de Galilea y Jesús pregunta a sus discípulos quién es él para la gente y responden lo que la gente percibe: un profeta, Juan Bautista, Elías, Jeremías o alguno de los profetas…

Jesús quiere saber ahora quién es Él para sus discípulos, para sus íntimos y Pedro coge la palabra en nombre de los doce: -«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» con lo que Pedro ubica a Jesús en relación con su pueblo como el Mesías que todos esperan y, al calificarlo como el “Hijo del Dios vivo” lo está confesando con la misma naturaleza de Dios.

Jesús declara que ese conocimiento que acaba de confesar Pedro, no es obra de humanos, sino de la presencia de Dios Padre en él: “eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo”

  Ante la confesión de Pedro: “Tú eres el Cristo”, se da la unción de Pedro por parte de Cristo: “Tú eres Pedro”  y a continuación le da su función: serás piedra, el fundamento para la iglesia que piensa fundar, basada justamente en esa fe que ha confesado en nombre de todos.

Él va a ser la piedra en la que se apoyen todos y se mantengan unidos. Su misión será el ser signo de unidad y referente para la fe. A él, como signo de unidad y referente que confirma la fe, le da el poder de “atar” y “desatar”, es decir: establecer lo que excluye del reino y lo que nos introduce en él, pero cuando Jesús ha distinguido entre la gente y los doce,  el poder de atar y desatar se lo da al grupo, de la misma manera que en el desierto, el Espíritu fue dado a la Asamblea de los 70  (Dt 9,10; 10,4 etc.). Pedro al estilo de los ancianos, se convierte en instrumento vivo capaz de construir una nueva comunidad en torno a Jesús.

Pedro se convierte en el prototipo de cada uno de los creyentes que proclaman su fe en Jesús y, a la vez, se convierte en el cimiento seguro e inamovible contra el que se estrellan todos los embates de las fuerzas del mal.

SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI -A-

PRIMERA LECTURA 

Lectura del Libro del Deuteronomio 8, 2‑3. 14b‑16a
Te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres 

Habló Moisés al pueblo y dijo:
Recuerda el camino que el Señor tu Dios
te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto,
para afligirte, para ponerte a prueba y conocer tus intenciones:
si guardas sus preceptos o no.
El te afligió haciéndote pasar hambre
y después te alimento con el maná
-que tu no conocías ni conocieron tus padres-
para enseñarte que no solo de pan vive el hombre,
sino de todo cuanto sale de la boca de Dios.
No sea que te olvides del Señor tu Dios
que te sacó de Egipto, de la esclavitud,
que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible,
con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua;
que sacó agua para ti de una roca de pedernal;
que te alimentó en el desierto con un maná
que no conocían tus padres.
Palabra de Dios.
 

REFLEXIÓN

LA EUCARISTÍA ES LA NUEVA ALIANZA 

Es interesante tener en cuenta los textos que nos presenta la liturgia en la conmemoración de este día: nos trae el texto del Deuteronomio en el que Moisés le pide al pueblo que se detenga a echar una ojeada por toda su historia, para que se dé cuenta del sentido que tiene el momento que está viviendo; si pierde de vista su historia no entenderá el presente ni sabrá a dónde camina y se dirige. Esto es fundamental en el camino de la fe: es necesario que vea que Dios ha sido fiel, que no se ha separado de su pueblo, que ha venido caminando a su lado aunque el pueblo se haya separado y le haya dado la espalda. Dios no le ha abandonado jamás.

Moisés le hace ver al pueblo cómo incluso, en los momentos duros por los que atravesaron en el desierto, han servido para que el pueblo madure, para que se pueda dar cuenta que sin Dios no puede seguir adelante.

El desierto se ha convertido para el pueblo en símbolo de la fe y de la confianza  en Dios, pues ahí se dieron cuenta que si Dios no hubiera estado a su lado, hubiera sido imposible que salieran adelante.

Después, cuando  llegan a una situación de prosperidad y de grandeza, se olvidan de Dios y sienten que ya no lo necesitan. Es en estos momentos cuando  este discurso de Moisés sale a la luz y coge una fuerza enorme, para decirle que “no solo de pan vive el hombre, sino de la palabra que sale de la boca de Dios” ya que olvidar esto, será volver de nuevo al abismo.

Jesús se presenta  como el Pan vivo que sacia el hambre y da la vida eterna, ante el hambre que genera el desierto por el que vamos caminando. Jesús es hoy el verdadero “maná” que ha bajado del cielo, pues todos los “panes” que hoy presenta el mundo (dinero, poder, violencia, sexo, fama…” no calman el hambre del corazón humano, sino que, por el contrario, cada vez le dejan un vacío más hondo.

En esta situación, Dios sale de nuevo al encuentro del hombre a ofrecerle su alianza de vida eterna. Su cuerpo y su sangre son la nueva víctima que se ha inmolado y se ha ofrecido como rescate definitivo del hombre. El cuerpo y la Sangre de Jesús se convierten en el referente supremo y obligado de esta Nueva Alianza

Salmo responsorial Sal 147, 12‑13. 14‑15. 19‑20 


V/. Glorifica al Señor, Jerusalén. (o, Aleluya). 


V/. Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión,
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.
R/. Glorifica al Señor, Jerusalén. 

V/. Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina;
él envía su mensaje a la tierra
y su palabra corre veloz.
R/. Glorifica al Señor, Jerusalén. 

V/. Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así
ni les dio a conocer sus mandatos.
R/. Glorifica al Señor, Jerusalén. 

SEGUNDA LECTURA 


Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 10, 16‑17
El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo 

Hermanos:
El cáliz de nuestra Acción de Gracias, ¿no nos une a todos en la sangre de Cristo?
Y el pan que partimos, ¿no nos une a todos en el cuerpo de Cristo?
El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.
Palabra de Dios 

REFLEXIÓN 

VIVIR LA NUEVA ALIANZA   

S. Pablo se encuentra con una comunidad con muchos peligros, especialmente el de la división, por las diferentes tendencias que existen entre sus componentes, entonces aprovecha el contexto comunitario de la Eucaristía que, además, tiene un significado profundo dentro de la tradición de Israel, el marco donde fue establecida: el contexto Pascual en donde el pueblo encuentra su gran referente y su raíz. La Eucaristía ha de ser el gran referente para la iglesia.

                  Lo mismo que en la antigua Alianza, el Cordero Pascual, del que comieron todos y con cuya sangre se salvaron, ahora la palabra clave va a ser EL CÁLIZ, EL PAN que nos unen a todos en la sangre y en el cuerpo de Cristo y lo que va a realizar la COMUNIÓN (común-unión) entre todos los cristianos.

                  Comer el pan y beber el vino es “hacernos uno con Cristo”, esta es la máxima expresión de un compromiso de UNIDAD total, de FRATERNIDAD.

                  Cuando esto no lo tenemos claro, hemos destruido el sentido de la Eucaristía y la hemos convertido en un rito vacío y vergonzoso que constituye un obstáculo más que un signo de salvación, pues degenera en un rito que se puede convertir desde un acto social a una devoción particular intimista, pero no es la celebración de la Nueva Alianza.

           Y para que les quede bien claro, vuelve  a remachar lo que está queriendo decir: “El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan”.

           Es un momento importantísimo para todos nosotros y tenemos la obligación de replantearnos qué sentido estamos dando a nuestra Eucaristía y en qué la estamos convirtiendo.
 

Aleluya Jn 6, 51‑52

Aleluya, aleluya.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo ;- dice el Señor-;
quien coma de este pan vivirá para siempre.
Aleluya.

EVANGELIO. 


Lectura del santo Evangelio según San Juan 6, 51‑59
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
-Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.
Disputaban entonces los judíos entre sí:
-¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
Entonces Jesús les dijo:
-Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron: el que come este pan vivirá para siempre.
Palabra del Señor
 

REFLEXIÓN

EL PAN QUE DA LA VIDA  

Todo el capítulo 6 del evangelio de Juan está dedicado al tema de la Eucaristía como punto clave de toda la vida del cristiano y de la iglesia; es el corazón y la columna vertebral de la iglesia.

            Jesús hace una revelación de sí mismo y se declara: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”: lo mismo que sus antepasados no pudieron sostenerse en el desierto si no hubiera sido por el alimento que Dios les hizo bajar, en estos nuevos tiempos será imposible mantenerse, si no somos alimentados por Dios y Cristo es el nuevo “Maná”, el nuevo alimento.

            Esta declaración  y autodefinición de Jesús  escandaliza a los judíos de su tiempo, de la misma manera que sigue dejando fuera de juego a los habitantes de este siglo. Sin fe no es posible entenderlo ni apreciar el alcance que tienen estas palabras, ya que la vida normal en la que nos desarrollamos,  está marcada por el pragmatismo que nos centra y nos deja en lo inmediato y material: más allá de lo que se puede tocar, pesar, medir o contar… no existe nada.

Jesús ha bajado del cielo, sus raíces no están aquí; lógicamente, su realidad, su misión, su sentido no se entienden desde los moldes en los que nos movemos, si es que no están marcados por otra dimensión: la de la fe.

El hambre que viene a calmar no es la física, ni  a calmar los instintos primarios, sino a encauzarlos hacia otra dimensión, en donde encontrarán su plena realización y sentido.

En este PAN el hombre encuentra saciada el “hambre” y la “sed” que le produce la incoherencia de la vida, los sinsabores, las insatisfacciones, el cansancio vital, la soledad, las decepciones… que le hacen perder el gusto y el sentido a seguir viviendo. Aquí encuentra el hombre calmada su “hambre”, satisfechos sus anhelos.

A partir de ahí, el hombre encuentra el sentido de su vida que se ve plenificado con su entrega a los demás, de forma que su vida se convierte en la semilla que se “pudre” para que crezca la vida, la ilusión, la alegría y la esperanza.  

Es importante tener en cuenta la identificación que hace S. Juan entre el creyente y la comida que come, de forma que lo capacita para repetir el mismo sacrificio de Cristo donde quiera que se encuentre.

 

 

 

 

 

 

SANTISIMA TRINIDAD -A-

PRIMERA LECTURA

Lectura del Libro del Éxodo 34, 4b‑6. 8‑9
Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso 

En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra.
El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor.
El Señor pasó ante él proclamando:
Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.
Moisés al momento se inclinó y se echó por tierra.
Y le dijo:
-Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.
Palabra de Dios.
 

REFLEXIÓN 

UN AMOR  SIN LIMITES  

El Texto del Éxodo nos revela de una forma clarísima quién es Dios; Jesús lo presenta de una forma contundente y después S. Juan lo manifiesta con toda claridad (IJn.4,8) es un AMOR personal y único, un amor total y sin medida, un amor que se entrega y no pone límites..

            La lectura  de Éxodo nos presenta el momento en que Dios, a pesar de que el pueblo ha roto ya muchas veces su compromiso y le ha vuelto la espalda, Él sigue insistiendo y renovando su oferta de amor y salvación, aunque el pueblo haya optado por despreciarlo y  marcharse con otros dioses que lo hacen esclavo.

            La lectura de hoy nos lo presenta como un Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia, que no nos trata como merece el pueblo después de lo que ha hecho: ha levantado un becerro de oro y se ha puesto a darle culto, volviendo a desear la esclavitud antes que la libertad.

            Moisés, indignado, ha roto las losas donde había escrito las cláusulas de la alianza, ya no se volverán a escribir sobre piedra, sino que Dios las escribirá en el corazón de cada uno, como respuesta al amor que Él nos tiene.

            En el pasaje de hoy Dios se hace presente explicando el significado de su nombre YHWH: misericordioso y compasivo. Dios se manifiesta aquí como el Dios-Perdón que está en medio de su pueblo acompañándolo y perdonándolo.

            Frente a esta imagen de Dios, no queda otra respuesta más que el reconocimiento, la adoración y la invocación.

            Pero en el antiguo Israel podría ser difícil reconocer esta imagen ya que tenían que andar basándose en signos, en cambio hoy, para nosotros, Cristo ha venido, ha entregado su vida, ha dejado su palabra y nos acompaña con su Espíritu… y seguimos  dudando, traicionando, despreciando… 

Salmo responsorial Dan 3, 52. 53. 54. 55. 56


V/. A ti gloria y alabanza por los siglos. 

R/. A ti gloria y alabanza por los siglos.
 

V/. Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres;
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos.  

Bendito tu nombre santo y glorioso;
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos. 

V/. Bendito eres en el templo de tu santa gloria.
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos. 

V/. Bendito eres sobre el trono de tu reino.
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos. 

V/. Bendito eres tú, que, sentado sobre querubines,
sondeas los abismos.
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos. 

V/. Bendito eres en la bóveda del cielo.
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos.

SEGUNDA LECTURA 


Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 13, 11‑13
La gracia de Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo 
Hermanos :
Alegraos, trabajad por vuestra perfección, animaos; tened un mismo sentir y vivir en paz.
Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos mutuamente con el beso santo.
Os saludan todos los fieles.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con vosotros.
Palabra de Dios
 

REFLEXIÓN 

VIVIR EN LA ONDA DE DIOS    

                  S. Pablo comienza su carta saludando a los cristianos de Corinto que están atravesando una situación difícil en la que se está poniendo en entredicho todo, pues siempre hay gente que su afán de protagonismo le lleva a romper la unidad y la paz, si es que no son ellos los que llevan la voz cantante; en este caso llegan a atacar, incluso, la autoridad de Pablo.

           Por eso, Pablo les pide que se dejen de divisiones, que no estén tristes, pues la división trae la tristeza, que se pongan de acuerdo y tengan un sentir y un actuar común para que puedan vivir en paz… estas actitudes son las únicas que nos llevan a la perfección, por eso hace una llamada a vivir conforme a lo que Dios pide: vivir en el amor lo mismo que Dios Padre-Hijo y Espíritu Santo viven en armonía con lo cual, Pablo expresa la misma realidad de Dios Trino vivificado por el Espíritu y unificado por el amor que Pablo lo resume en la formula trinitaria del final: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con vosotros.”

Vivir en esta dimensión es lo único que nos trae la paz, la alegría y la felicidad, por el contrario, lo mismo que ocurría en la comunidad de Corinto, sigue repitiéndose en todas partes: el deseo de protagonismo y el ansia de aparecer, se impone por encima de cualquier otro bien que pueda repercutir en la paz del resto, es el pecado en el que, por desgracia, nos vemos envueltos a cada momento, que no nos deja ver la presencia de Dios entre nosotros.          

Aleluya Apoc. 1, 8 

Aleluya, aleluya.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Al Dios que es, que era y que vendrá.
Aleluya.
 

EVANGELIO 


Lectura del santo Evangelio según San Juan 3, 16‑18
Dios mandó su Hijo al mundo, para que se salve por él

En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo:
-Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él, no será condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
Palabra del Señor
 

REFLEXIÓN 

“DIOS ES AMOR” 

            En ningún momento encontramos a Jesús dando una explicación sobre la realidad de Dios intentando establecer una definición científica, por tanto,  esto nos tiene que ayudar a nosotros a entender la actitud,  la postura que nos tiene que animar. Y es que Dios no es una ecuación matemática para que pueda ser descifrada por la ciencia, sino que Dios es una realidad vital que se vive, se comparte y llena de sentido la existencia, por eso, Jesús, no hace sino exponer su experiencia, lo que le da contenido a su vida y le hace mantenerse con esperanza y con sentido todo lo que hace.

            Para Juan, “creer”  es mantenerse con vida y, de la misma manera, “no creer” es haber perdido el sentido de la vida, es vivir cadáver: establece una relación directa entre “creer en Jesús” y poseer ya la vida eterna, pues “creer en Jesús” es aceptar la misma vida que Él tiene, que está insertada en el Amor del Padre.

            La experiencia que Jesús transmite es ésta: Dios Padre, que es AMOR, lo ha acogido y lo siente como parte de Él y Jesús siente lo mismo hacia su Padre, por lo tanto,  hace, siente, vive, habla… como lo que es, y no puede ser de otra manera distinta.

            Jesús siente que es el centro de atención, del cuidado, del cariño del Padre y Él entiende que no es posible vivir de otra forma que no parta de esta realidad y, por tanto, amando y dándose al Padre.

            Para Jesús, vivir es darse, entregarse. Un ejemplo que nos puede ayudar a entender es el del agua de una fuente: La grandeza de una fuente es dar agua y con ella vida; cuanto más agua da, más fuente es y el sentido de ella es llenar de vida todo lo que le rodea.

            Dios es la fuente; el Padre es el manantial, Jesús es el agua y el Espíritu es la Vida que el agua tiene. La fuente no es nada si alguno de los tres falta, pues ninguno es nada sin el otro y los tres son lo que son por los otros dos.

            Esa fuerza que los identifica a los tres es el AMOR