CUARTO DOMINGO DEL T. ORDINARIO -A-

PRIMERA LECTURA 

Lectura del Profeta Sofonías 2, 3; 3, 12‑13
Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde 

Buscad al Señor los humildes, que cumplís sus mandamientos; buscad la justicia, buscad la moderación, quizá podáis ocultaros el día de la ira del Señor.
Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde, que confiará en el nombre del Señor.
El resto de Israel no cometerá maldades, ni dirá mentiras, ni se hallará en su boca una lengua embustera; pastarán y se tenderán sin sobresaltos.
Palabra de Dios.
 

REFLEXIÓN:
 

DIOS NO SE DESENTIENDE DE NUESTRA HISTORIA 

 
                  El profeta ha comenzado haciendo una fuerte denuncia de todos los pecados en los que el pueblo anda metido y contra los que están metiendo el desorden y la corrupción.

                  En este momento cambia el discurso y se dirige a los justos, a los que permanecen fieles y están aguantando la insolencia de los que rompen la paz.

                  El profeta se dirige a los sencillos y humildes, pidiéndoles que no decaigan y que sigan ellos buscando la justicia y siendo reflejo de Dios para el mundo, ya que los dirigentes están llevando las cosas irremediablemente a la catástrofe y al exilio, por lo que al pueblo no le quedará más remedio que aguantar las consecuencia y soportar el destierro.

                  Con este grupo pequeño de leales y fieles, Yahvé va a formar el “resto” que será como la levadura y como el retoño verde que nace del tronco seco;  ese resto va a ser la esperanza para el pueblo;  va a ser signo de la verdad y la justicia,  “no cometerá más iniquidad, no dirá mentiras, ni hablará con falsedad”.  Ese  “Resto” se convertirá en referente para orientar el camino en momentos de tormenta y oscuridad.

                  La voz del profeta Sofonías suena hoy con una fuerza impresionante, como un eco que retumba en todas nuestras estructuras, pues pareciera que está hablando en la actualidad y sigue animando a todos aquellos que practican la justicia y la honradez en un mundo en el que eso está considerado como superado y trasnochado, hoy suena su voz diciéndonos: “No os vengáis abajo, no caigáis en la tentación de creer que estáis haciendo el tonto con no participar en la corrupción establecida”.  Todavía queda la esperanza de que hay mucha gente que cree en la justicia, en la solidaridad, en la verdad y que se juega el tipo por la paz, aunque, por desgracia, a esta gente se la calla, se la ignora y se la margina al silencio y a la  nulidad, pero Dios sigue apostando por ellos y tenemos esperanza de que un día meterá su mano de la forma más inaudita a nuestros esquemas, pues nuestra historia es también la suya. 

Salmo responsorial Sal 145, 7. 8‑9a. 9bc‑10 


V/. Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el Reino de los Cielos. 

V/. Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el Reino de los Cielos. 

V/. El Señor hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. 

V/. Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el Reino de los Cielos. 

V/. El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos.
V/. Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el Reino de los Cielos. 

V/. El Señor sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
R/. Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el Reino de los Cielos. 

SEGUNDA LECTURA


Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 1, 26‑31
Dios ha escogido lo débil del mundo 

Hermanos:
Fijaos en vuestra asamblea, no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios.
Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.
Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención.
Y así -como dice la Escritura- el que se gloríe que se gloríe en el Señor.
Palabra de Dios 

REFLEXIÓN:
 

LA BASE DE TODA LIBERACIÓN    

                  Pablo se dirige a la comunidad de Corinto que está siendo motivo de gozo  por un lado, pero de tristeza por otro: los griegos  son amantes de la ciencia y la sabiduría y se sienten orgullosos de su cultura y de su ambiente cultural, pero están metidos en una dimensión completamente materialista, entendiendo por ciencia solo aquellos que proviene de la investigación y de la razón que les hace conocedores de muchas cosas, sin embargo, sin embargo ignoran la sabiduría divina; la “ciencia de Dios” no es  muy estimada por ellos, pues la consideran ilógica, inútil y estúpida ya que no se sustenta en argumentos humanos.

                  Los creyentes de la comunidad de Corinto no son gente letrada ni especializada en cuestiones mundanas, ni son personas pertenecientes al poder ni a la nobleza… tienen el peligro de querer funcionar en esos esquemas en los que se mueve la sociedad o de acomplejarse al no sentirse a la altura; a ellos les pide que no se dejen invadir por la tentación de instalarse en esa situación mundana, pues Dios no se ajusta a ese tipo de sabiduría, sino que, por el contrario, coge lo que el mundo desprecia y considera inútil y despreciable, para confundir el orgullo y el poder de los grandes.

                  De esa forma, nadie puede presumir de fortaleza ni de grandeza delante de Dios, como hacen los sabios y entendidos del sistema, que andan cargados de “sabiduría” y de poder y con ello tienen sometido al pobre y se sienten grandes delante de sus dioses.

                  Nuestra grandeza no está en nuestros orígenes de nobleza, de riqueza o de poder, sino en el Señor: Él es nuestra riqueza, nuestra fuerza, que con nuestra sencillez y pobreza, Él hace la transformación del mundo.

                  La fuerza del cristiano no está en los “valores” mundanos del poder, la sabiduría, la nobleza, la riqueza, el prestigio, la fama… que se posee, sino en Dios. Ésta es la base, incluso, de la verdadera libertad.

                  Es exactamente la misma tentación que constantemente nos aborda cada día y mucha gente siente como una necesidad imperiosa el que la iglesia “se ponga al día” en cuestiones que el mundo da por superadas, pero que el mismo sentido común nos dice que es irreconciliable como lo es, por ejemplo el que yo sostenga que lo que hay en el vientre de una mujer no es un ser humano y que el derecho a asesinar me asiste por el simple hecho de que con mi cuerpo yo puedo hacer lo que quiera aunque de mi acción se derive el asesinato de una persona. 

EVANGELIO 


Lectura del santo Evangelio según San Mateo 5, 1‑12a
Dichosos los pobres de espíritu 

En aquel tiempo, al ver Jesús al gentío subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos, y el se puso a hablar enseñándoles:
Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los que tienen hambre y sed de 1a justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán «los Hijos de Dios.»
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten, y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.
Palabra del Señor

 

REFLEXIÓN:
                

FELICES LOS POBRES   

 
Hay algo que choca frontalmente con la idea y la mentalidad que reina en nuestra actualidad y que, imagino que en tiempos de Jesús, cuando se puso a hablar presentando su programa debió dejar fuera de juego a la gente que lo escuchaba:

           Efectivamente, Jesús parte de algo que va inserto en la naturaleza humana: el deseo y la necesidad vital de SER FELIZ, es la llamada fundamental que todo hombre tiene desde el mismo momento que naca: nadie viene a la vida para ser un desgraciado, sino para realizarse y ser feliz. Sin embargo, cuando escuchamos a Jesús nos deja fuera de juego, pues da la sensación de que la felicidad de la que Él habla no tiene que ver nada con la que nosotros anhelamos y buscamos; imagino que en su tiempo ocurriría algo parecido:

           El concepto que un israelita de su tiempo tiene de la felicidad más o menos es la situación en la que un hombre varón, porque a la mujer no le está permitido pensar en esas cosas, goza de una buena salud, está casado con una mujer sumisa, trabajadora y que sepa llevar bien su casa; tiene varios hijos varones y tierras para vivir con holgura económicamente y dar sus limosnas al templo, según tiene establecido la ley, cosa que le está diciendo que Dios lo protege y está bendiciéndolo y, con este estado de bienestar, es reconocido por sus vecinos como un buen hombre al que se le respeta y se le escucha.

           De la misma manera, cuando miramos el sentido de “felicidad” que hoy expresaría cualquiera, seguro que iría más o menos por la misma línea: una persona se sentiría feliz con un trabajo estable, con un buen sueldo que le permite vivir desahogadamente, con un hogar en el que hay entendimiento y compenetración entre el matrimonio,, con unos hijos a quienes se les ha dado unas bases para un buen futuro y los tiene establecidos con un buen puesto de trabajo que les permite vivir holgadamente, y esta pareja sin problemas que vive sin preocupación económica, con todos los medios  que desea<n y con un grupo de amigos que los reconocen y con los que pueden contar para sus momentos de ocio, de forma que no se sienten solos, pues, además, cuenta con un futuro asegurado…

           El tema de Dios en su vida lo tienen perfectamente ubicado como para que su conciencia no les remuerda, pero lo tienen completamente desligado de su FELICIDAD que está centrada fundamentalmente en la ausencia de problemas económicos y de salud.

           Cuando miramos las dos visiones de la FELICIDAD de una u otra cultura, vemos que contrastan radicalmente con la FELICIDAD que presenta Jesús y que él vive personalmente: Él no se casa, no tiene hijos, no tiene dónde reclinar la cabeza, vive en una total inseguridad andando de un lado para otro como un vagabundo y viviendo y pensando completamente en contra de lo que todo el mundo aspira y sueña.

           Efectivamente, es la señal más evidente que nos indica que el plan de Dios para el hombre no concuerda en nada con lo que el hombre piensa. 

 

PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO
2 de Febrero  2014
 

PRIMERA LECTURA 
 
Lectura del profeta Malaquías 3,1‑4
Entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis
 
                Así dice el Señor:
                "Mirad, yo envío a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis. Miradlo entrar ‑dice el Señor de los ejércitos‑. )Quién podrá resistir el día de su venida?, )quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido.
                Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos."
Palabra de Dios 
 
 
Salmo responsorial: 23
 
El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria.
 
(Portones!, alzad los dinteles, /
que se alcen las antiguas compuertas: /
va a entrar el Rey de la gloria. R.
El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria.
)Quién es ese Rey de la gloria? /
 ‑El Señor, héroe valeroso; /
el Señor, héroe de la guerra. R.
El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria.
(Portones!, alzad los dinteles, /
que se alcen las antiguas compuertas: /
va a entrar el Rey de la gloria. R.
El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria.
)Quién es ese Rey de la gloria? /
‑El Señor, Dios de los ejércitos. /
Él es el Rey de la gloria. R.
El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria.
 
 
SEGUNDA  LECTURA
 
Lectura de la carta a los Hebreos 2,14‑18
Tenía que parecerse en todo a sus hermanos
 
                Los hijos de una familia son todos de la misma carne y sangre, y de nuestra carne y sangre participó también Jesús; así, muriendo, aniquiló al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo, y liberó a todos los que por miedo a la muerte pasaba la vida entera como esclavos. Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar así los pecados del pueblo. Como él ha pasado por la prueba del dolor, puede auxiliar a los que ahora pasan por ella.
Palabra de Dios
 
EVANGELIO
 
Lectura del santo evangelio según S. Lucas 2,22‑40
Mis ojos han visto a tu Salvador
 
                Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor", y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones."
                Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
                Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
                "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel."
                Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre:
                "Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma."
                Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

 

REFLEXIÓN 

PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO   

        Cuando nos sentamos a pensar un momento en la fiesta que nos presenta hoy la liturgia, la verdad es que te quedas un poco desorientado pues vemos que se rompe toda la trayectoria y se sale del esquema litúrgico  y, por más vueltas que se le das, no acabas de encontrar su encaje, pues intentando, incluso, buscarle una justificación, no acabamos de ubicarla ni bíblica, ni dentro de la tradición y, menos aún, litúrgicamente:

        Acabamos de celebrar la navidad, epifanía, bautismo… y después que nos disponemos a entrar de lleno en la vida pública de Jesús, ahora asoma la fiesta de la presentación en el templo, cuando estamos ya a las mismas puertas de la cuaresma.

        La lógica de esta fiesta entraría en todo el marco de la Navidad, pero ahora, francamente no hay cómo encajarla, a no ser que pongamos el piloto automático  y salgamos del paso con un discurso sacado de contexto.

        Intentando hacer un esfuerzo y dando un salto atrás en la lógica del tiempo, la podemos ubicar en los días del nacimiento de Jesús: Dios decide entrar en la historia del hombre, toma la naturaleza humana y asume hasta sus últimas consecuencias las implicaciones que eso lleva consigo: desde acatar el ritmo de la naturaleza hasta asumir los condicionamientos culturales, religiosos y políticos del pueblo donde se encarna; por esta razón, nace y asume la situación política de ser perseguido y exiliado; el no ser reconocido ni siquiera por los suyos que lo desprecian y lo marginan, como un loco; asume lo establecido por la ley y, por lo mismo, a los  ocho días fue presentado en el templo, se dejó hacer el rito de consagración a Dios y de pertenencia al pueblo de Israel y aceptó las normas establecidas.

        Pero resulta curioso ver cómo a la misma entrada de Dios en el mundo, los grandes, los poderosos, la religiosos, la política… no lo reconocen; ahora, cuando es presentado en el templo, también está solo y es una pobre limpiadora del templo la que lo reconoce junto con un anciano que ya está en sus últimos días. Pero la oficialidad religiosa está completamente al margen.

        Es imposible desvincular esta situación por la que atraviesa Jesús, que nos da una lección de acatamiento de la ley, pues lo repite en el evangelio: “Según establece la ley de Moisés”, de la realidad que estamos atravesando: una de las grandes quejas que “toda la gente honrada y sencilla”  tiene, es la misma: si no estás enganchado en el sistema, si no tienes el “carnet” del partido o de la institución, no eres nadie, no pintas para nada, ni se te reconoce como persona; estamos viendo una cantidad enorme de gente preparada, gente con unas inquietudes fantásticas, gente valiosísima... que solo es reconocida  por aquellos que sufren a su lado, pero que les robaron la voz  y los callaron, porque no responden a los planteamientos del sistema.

        También es fácil atenerse al discurso y mirar a Jesús en su humildad que “siendo Dios” renunció a su realidad y se sometió, siendo igual a nosotros en todo menos en el pecado, y nos quedamos ahí, porque seguir más adelante es entrar en terreno vedado, pero no por eso deja de ser una realidad que sigue teniendo actualidad en mucha gente que se somete porque n o le queda más remedio y otra, que le han quitado hasta la capacidad de pensar y se deja someter, por la misma razón. La iglesia ha de estar alerta y pensar que tiene el peligro de apoltronarse en ese discurso desencarnado, sin darse cuenta que la realidad es lacerante.

 

 

 

 

 

 

 

DOMINGO TERCERO DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

PRIMERA LECTURA 

Lectura del libro de Isaías 9, 23- 9,3
En la Galilea de los gentiles el pueblo vio una luz grande 

En otro tiempo el Señor humilló el país de Zabulón y el país de Neftalí; ahora ensalzará el camino del mar, al otro lado del Jordán, la Galilea de los gentiles.
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierras de sombras, y una luz les brilló.
Acreciste la alegría, aumentaste el gozo: se gozan en tu presencia como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín.
Porque la vara del opresor, el yugo de su carga, el bastón de su hombro los quebrantaste como el día de Madián.
Palabra de Dios. 

REFLEXIÓN 

OPOSICIÓN A LA ESPERANZA   

                  El momento que describe el profeta es tremendo: el pueblo no ha querido escuchar y al final ha tenido que cargar con las consecuencias; Isaías hace alusión a la batalla que da el rey asirio en Teglafalasar el año 732 a.C. donde somete a dos tribus del norte: Neftalí y Zabulón a cuyos dirigentes deporta y los humilla.

                  El profeta toma esta imagen para expresar la situación a la que ha llegado el pueblo y, en esa situación, cuando se han perdido ya todas las fuerzas, todas las esperanzas, y toda la confianza en sus líderes, hasta el punto que también está en tela de juicio la misma fe en Dios…

           Ahí, cuando se ha perdido ya todo y cuando se ha entrado en un callejón sin salida y se ha entrado en la tiniebla total, irrumpe el profeta con el anuncio de una nueva luz que alumbra a todos los que viven en las tinieblas y anuncia un futuro glorioso hacia el que camina el pueblo, experimentando un gozo y una alegría inmensa: “como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín”.

                  El profeta anuncia que esa alegría es debida a que Dios va a quitar el yugo pesado de los asirios, de la misma manera que en otro tiempo Gedeón, con la ayuda de Dios, quitó el yugo opresor de los madianitas al pueblo. La presencia de Dios se convierte en gloria para su pueblo.

                  Cuando intentamos trasladar esta situación a nuestra realidad para que la ilumine, vemos que, aparentemente no tiene que ver nada una cosa con otra: no tenemos una potencia concreta que nos aplaste… ¡Depende cómo se mire! Pero tenemos en cambio un sistema que atropella y no tiene en cuenta la dignidad de la persona, ni busca su felicidad ni la Paz para el mundo, sino engordar sus intereses y dominar con el poder.

                  Existe a su lado una casta política al servicio de ese “sistema” que arrastra al pueblo a la humillación. Mientras tanto, todos esperamos “alguien” que deje brillar la LUZ que Cristo nos trajo: la Alegría, la Justicia, la Verdad y la Paz. Todos dicen que buscan y desean lo mismo, pero en cambio, lo que para unos es luz, para los otros es tinieblas y al contrario. Y cada vez se pone el horizonte más oscuro. 

Salmo responsorial Sal 26, 1. 4. 13‑14


V/. El Señor es mi luz y mi salvación. 

R/. El Señor es mi luz y mi salvación. 

V/. El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida; ¿Quién me hará temblar?
R/. El Señor es mi luz y mi salvación. 

V/. Una cosa pido al Señor, eso buscaré:
habitar en la casa del Señor por todos los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor contemplando su templo.
R/. El Señor es mi luz y mi salvación. 

V/. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.
R/. El Señor es mi luz y mi salvación. 

SEGUNDA LECTURA 


Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 1, 10‑13. 17
Poneos de acuerdo y no andéis divididos. 

Hermanos:
Os ruego en nombre de nuestro Señor Jesucristo: poneos de acuerdo y no andéis divididos.
Estad bien unidos con un mismo pensar y sentir.
Hermanos, me he enterado por los de Cloe de que hay discordias entre vosotros.
Y por eso os hablo así, porque andáis divididos diciendo:
«Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo.»
¿Está dividido Cristo?
¿Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros?
¿Habéis sido bautizados en nombre de Pablo?
No me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.
Palabra de Dios 

REFLEXIÓN 

¡POR DÓNDE ANDAMOS?    

                  El texto de S. Pablo a los Corintios que nos trae la liturgia de hoy, viene a ser una respuesta perfecta a la situación que estamos viviendo.

                  En Corinto parece que la comunidad andaba dividida, pues no es la fe en Jesucristo y en su reino lo que marca el camino, sino los intereses particulares de algunos que manipulan las enseñanzas de los apóstoles e instrumentalizan el nombre de ellos para crear la división y el desorden.

                  Han surgido varios grupos que están creando discordia y rompiendo la unidad y la comunión. Pablo pone los puntos sobre las íes: No hay otra verdad ni otro evangelio que el de Jesucristo ¿Cómo es que unos están con Pedro, otros con Pablo, otros con Apolo…? ¿Acaso cada uno está predicando otro mensaje que no sea el de Jesucristo?

                  Pablo pide que reflexionen: “Os ruego en nombre de nuestro Señor Jesucristo: poneos de acuerdo y no andéis divididos”. No se puede romper la unidad ni la comunión por ideas partidistas, ni por acepción de personas.

                  Pablo frena este error que puede convertirse en uno de los grandes escándalos: la comunidad dividida en nombre de Jesucristo, es decir: todo lo contrario a lo que Cristo predicó y, encima, se le pone a Él como pantalla.

                  Cuando leemos esto y miramos a nuestro alrededor, no queda más remedio que bajar la cabeza avergonzados, pues hemos roto todo lo que Él nos dejó: ya no se trata  solo de seguir a un “líder” (Joseph, Karol, Francisco…) o a cualquier otro santo fundador y, cada uno se convierte  en su propio referente y monta su iglesia  a su medida… y, si bajamos al terreno del andar por la calle, nos encontramos que cada uno  sigue sus inquietudes, sus ideas, sus principios y se convierte en maestro y guía de si mismo y, si no tuviéramos bastante, incluso justificamos nuestra fe apoyándonos en ideologías políticas que van desde  “destruir al infiel” hasta apoyar el odio a Dios y apoyar un programa cuyo objetivo es destruir a la iglesia y a todos los cristianos. Y mientras tanto, nos seguimos llamando cristianos. ¡¡Es, sencillamente surrealista!!
 

Aleluya Mt 4, 23 

Aleluya, aleluya.
Jesús predicaba el Evangelio del Reino,
curando las enfermedades del pueblo.
Aleluya. 

EVANGELIO 


Lectura del santo Evangelio según San Mateo 4, 12‑23
Vino a Cafarnaúm para que se cumpliese lo que había dicho el Profeta Isaías 

Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el Profeta Isaías:
“País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.”
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: -Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos.
(Paseando junto al lago de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores.
Les dijo:
-Venid y seguidme y os haré pescadores de hombres.
Inmediatamente dejaron las redes y le siguieron.
Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamo también.
Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del Reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.)

Palabra del Señor 

REFLEXIÓN 

CAMBIAR LOS CORAZONES 

            “Comenzó Jesús a predicar diciendo: convertíos, porque está cerca el reino de los cielos…”

            Efectivamente, el reino de los cielos ya se había hecho presente con su persona, pero su presencia producía rechazo de la misma manera que lo produce hoy. Su invitación sigue sonando hoy en nuestros pueblos, en nuestras instituciones, en cada una de nuestras personas… Pero ¿Qué es lo que tenemos que cambiar para que su presencia ilumine y produzca alegría en lugar de rechazo?

            Basta mirar el panorama mundial: la pobreza, el dolor, el hambre, la esclavitud…  lejos de desaparecer, cada vez aumenta en número y en crueldad. Y es que el ser humano se ha apartado de Dios que es Amor, Justicia, Verdad, Bondad… y se ha  postrado  ante el dios dinero y poder, cuya espiritualidad es la avaricia y la codicia; el culto que exige es la mentira, la extorsión, el odio la violencia y la muerte, que son sus grandes valores.

            El cambio que está pidiendo Jesús es radicalmente opuesto: hay que dejar la idolatría y cambiar el corazón para apartarse de ese camino.

            Los sistemas políticos y sociales que están en el marco del dios dinero y poder, por mucho que digan y prediquen, todo será una farsa, mientras no rompas sus estructuras y se pongan al servicio de la JUSTICIA, de la VERDAD y de la PAZ.

            El gran cambio que está exigiendo el mundo: que se ponga LA PERSONA como horizonte y objetivo de toda acción social, política, religiosa y económica; en consecuencia, hay que empezar por donde Jesús empieza: por abajo, y no por arriba: por el más débil hasta llegar al más fuerte; es decir: hay que invertir el sistema de valores y de intereses y, todo lo que no sea eso, no será otra cosa más que parches para seguir con lo mismo: seguir arrodillados ante el poder del dinero.

            Al mismo tiempo que se realiza este cambio, hay que sanar todas las heridas físicas, síquicas, morales, espirituales… para poder desterrar todos los resentimientos y posibilitar así la confianza, la fraternidad y la PAZ

            Todo esto que se pide cambiar a nivel de estructuras,  hay que comenzarlo a nivel personal, pues no se puede crear la paz con personas violentas, de la misma manera que no se puede establecer una democracia con dictadores.

 

DOMINGO –II- -T.O.-

 PRIMERA LECTURA 

Lectura del libro de Isaías 49, 3. 5‑6
Te hago luz de las naciones para que seas mi salvación 

“Tú eres mi siervo (Israel) de quien estoy orgulloso.”
Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel, -tanto me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza.
Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.
Palabra de Dios. 

REFLEXIÓN 

DIOS SIGUE LLAMANDO   

La lectura del texto de Isaías que nos trae la liturgia de hoy es una fuerte llamada de Dios a su Pueblo Israel, pero una llamada que tiene hoy una resonancia especial en los tiempos que vivimos: Dios llama a su pueblo y le recuerda lo que ha hecho con él y para lo que lo ha escogido: desde el vientre lo ha escogido para que le traiga a Jacob y le runa a Israel; es decir: Dios lo ha escogido entre los pueblos, lo ha elegido y le ha dado su fuerza para que realice su misión ¿Qué más se puede pedir?

            Dios le pide que asuma su proyecto que tenía pensado para él y lo haga suyo, pidiéndole una forma nueva de vivir, de modo que todos lo puedan identificar como el pueblo que ha optado por la libertad, por la justicia, por la verdad…

            Pero el pueblo no ha querido escuchar la propuesta de Dios y solo queda un  pequeño resto que está llamado a ser luz ante los hombres que ilumine la voluntad expresa de salvación que Dios tiene para todos los pueblos.

            Esta petición y este reto, tienen hoy una resonancia especial para la iglesia en los tiempos que vivimos, pues la llamada vuelve a lanzarla el Señor para el hombre del siglo XXI perdido en la desesperanza y en la desilusión.

            La iglesia viene a ser ese pequeño “resto” llamado a ser luz para el mundo que ilumine la paz, la justicia, la verdad, el amor, la comprensión, la acogida… todos esos valores que Dios pensó para el hombre y sin los cuales es imposible vivir y ser feliz. 

Salmo responsorial Sal 39, 2 y 4ab, 7‑8a. 8b‑9. 10 


V/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

V/. Yo esperaba con ansia al Señor:
él se inclinó y escucho mi grito;
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. 

V/. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y en cambio me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: “Aquí estoy.”
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. 

V/. Como está escrito en mi libro: «para hacer tu voluntad."
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. 

V/. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes.
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. 

SEGUNDA LECTURA 


Comienzo de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 1, 1‑3
Gracias y paz os dé Dios nuestro Padre y Jesucristo nuestro Señor 

Yo, Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo, por voluntad de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, escribimos a la Iglesia de Dios en Corinto, a los consagrados por Jesucristo, al pueblo santo que el llamó y a todos los demás que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo Señor nuestro y de ellos.
La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros.
Palabra de Dios 

REFLEXIÓN 

ACENTUAR LO VERDADERAMENTE IMPORTANTE    

                  Pablo comienza su carta a los cristianos de Corinto presentando  de forma expresa lo que es la verdad inapelable: la salvación que Dios ha traído en Jesucristo no está circunscrita a un pueblo, a una cultura, a un grupo determinado… sino que es un regalo que Dios ha hecho a todos los hombres que lo aceptan e invocan su nombre.

                  El saludo está dirigido a los cristianos de Corinto, pero puede ser perfectamente el mismo que haga para cualquier comunidad de la tierra, es un saludo dirigido a la iglesia de todos los lugares y de todos los tiempos: su mensaje  desborda los límites del tiempo y del espacio, va dirigido a toda la humanidad.

                  El encargo, la misión, la vocación que todo hombre tiene en la vida es a construir un mundo en el que reine la justicia, la verdad el amor y la paz, sea de la nación que sea, sea de la religión que sea… y quien acepta esta forma de vivir y asume este proyecto de liberación como forma de existencia, está invocando el nombre de Dios y está en la misma onda de Jesús, es decir: es su seguidor.

                  Esto suena muy fuerte, pues pareciera que estamos prescindiendo de la iglesia, de la religión y de toda estructura y, en verdad es así, pues el hombre nacido en Cristo es un hombre libre cuyo horizonte no es la religión ni las estructuras, sino el REINO DE DIOS que se convierte en fin último y supremo  de todo  lo que existe o se organiza y la iglesia, la religión, o cualquier estructura que no tiene como principio y meta la construcción del reino de Dios, no tiene sentido de existir a no ser que sea degradante de la persona y de la creación.

                  No podemos olvidar que Cristo no vino a crear una nueva religión ni una nueva estructura que subyugara al hombre, sino a establecer el reinado de Dios para el mundo, que es lo único que lo puede salvar.

                  Esta llamada de Pablo a la comunidad de Corinto es importantísimo que la escuchemos hoy todos, pues uno de los grandes peligros que estamos teniendo acentuados por el individualismo que se cultiva es a cerrarnos de forma excluyente en nuestros “grupos”, en nuestros “partidos”, en nuestros “territorios”, en definitiva en nuestros intereses… excluyendo, despreciando y desprestigiando a todos los que no son de los nuestros. 

Aleluya 

EVANGELIO 


Lectura del santo Evangelio según San Juan 1, 29‑34
Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo 

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: -Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquél de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo.” Yo no lo conocía, pero ha salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.
Y Juan dio testimonio diciendo:
-He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que ha de bautizar con Espíritu Santo.
Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.
Palabra del Señor 

REFLEXIÓN

RECUPERAR EL SENTIDO PERDIDO  

Para ubicarnos en la expresión de Juan, es conveniente que nos traslademos en el tiempo al ambiente que se vive en Israel, donde se considera que una persona que ha pecado,  se considera que se ha enfrentado a Dios y, por tanto, queda excluida de la comunidad; para volver, necesita pagar una multa y para ello tendrá que ir al templo, comprar un cordero (un animal) y ofrecérselo como holocausto a Dios para aplacar su ira y que le perdone su pecado y pueda ser reintegrado en la comunidad.

Juan entiende que un cordero no restituye la dignidad a una persona, ni perdona la deuda contraída con Dios e identifica a Jesús como el único y verdadero “cordero” que trae el perdón de los pecados y la restauración de la persona, cosa que solo puede hacer Dios.

Juan identifica a Jesús como el único enviado del Padre y ungido por su espíritu, para que lleve adelante la obra de redención de los hombres; Él es el verdadero servidor de Yahvé que anuncia el profeta Isaías y que tiene la misión de restablecer en el mundo la justicia de Dios; Él es el que trae la salvación para todos los hombres.

Juan reconoce a Jesús como el verdadero Mesías salvador de Israel y para ello utiliza un lenguaje arcaico que ya no es usual en su tiempo, aunque en la práctica sigan realizándose sacrificios expiatorios con los que, el mismo Juan no está de acuerdo, pues lo han vaciado todo de sentido y lo han llenado de otro; el mismo templo se ha convertido en un verdadero mercado, en una cueva de ladrones: han vaciado el contenido de reconciliación y de perdón que tenían los sacrificios y lo han llenado de un sentido material: recaudar dinero.

Una tarea urgente de nuestra iglesia es retomar el sentido de muchas de las cosas que se hacen y llenarlas de nuevo de su sentido verdadero: basta con que nos detengamos en algunos momentos de nuestra vida cristiana, como pueden ser las fiestas de Pascua o de Navidad o la misma práctica de los sacramentos: cuando miramos la postura de Juan frente al templo, la de todos los profetas y la del mismo Jesús frente a todo lo que ha quedado reducida la práctica religiosa, entendemos perfectamente la postura de Juan y la de Jesús con el látigo en la mano.