Lectura del profeta Isaías
55,1‑3
Venid y comed
Así dice el Señor:
"Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero:
venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde. ¿Por qué gastáis
dinero en lo que no alimenta, y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme
atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad el oído,
venid a mí: escuchadme, y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua, la
promesa que aseguré a David."
Palabra
de Dios
REFLEXIÓN-
EL
AGUA DE LA VIDA
El profeta Isaías
ha venido haciendo tomar conciencia al pueblo de lo que está viviendo: es una
realidad que deja deprimidos, tristes, insatisfechos; algo que está muy lejos
de la felicidad a la que todos aspiramos; pero no nos podemos quedar así,
soñando en algo que nos caiga del cielo, algo que nos lo den hecho, eso que
deseamos y a lo que aspiramos hemos de construirlo, pero indudablemente, el
camino que nos presenta el sistema no nos lleva ahí, de eso quería hacer caer
en la cuenta el profeta al pueblo y hoy sigue haciéndonos la misma reflexión:
el camino que hemos escogido no nos lleva a ningún sitio, lo estamos viendo y lo estamos experimentando:
esta forma de vivir, de pensar, de hacer las cosas, de planificar el mundo y la
sociedad es mortífera, devastadora… este camino lleva al absurdo.
El
profeta les invita a que piensen otra forma de vida, la que Dios plantea: en
donde la dignidad de la persona esté por encima de cualquier interés material
y, por tanto, la paz, la fraternidad, la justicia, la verdad, el respeto, el
amor de Dios… sean las leyes que rijan los destinos del hombre y de la tierra…
estarían resueltos todos los problemas del hambre, de la sed, de la educación,
del vestido, de la vivienda…
Estas
necesidades primarias son el primer problema que hay que resolver para que el
hombre se sienta tranquilo y seguro.
Estas
necesidades biológicas primarias, en el ser humano tienen un carácter social,
hasta el punto que, en algunas culturas esto se asume y es tenido como parte de
la integración en la sociedad, pues se considera que esto no es propiedad
privada de nadie y todos tienen un derecho por el mero hecho de ser persona.
Pero
la persona no es solo materia que necesita beber y comer; es también espíritu
que piensa, siente, tiene aspiraciones, sueños, ideales, ideas… ansia de
superación a todos los niveles. Hay, pues, otros bienes a los que tiene derecho
y obligaciones que cumplir, para que esos derechos se instauren y tengan todos
acceso a ellos.
La
fuente de donde dimanan esos derechos y da posibilidad y fuerza para cumplir
las obligaciones en este campo, el autor la pone en la Palabra de Dios que se
convierte en la primera necesidad, o en el alimento que sostiene todo ese
ámbito de la persona que no es material.
La
grande y triste experiencia que estamos teniendo hoy, lo mismo que la tuvo el
pueblo de Israel, es ver cómo se intenta secar la verdadera agua que da la vida
y se la quiere sustituir por sucedáneos que crean más sed, más insatisfacción y
más tristeza y amargura: “El TENER”
Salmo responsorial: 144
Abres tú la mano, Señor, y nos
sacias de favores.
El Señor es clemente y
misericordioso, /
lento a la cólera y rico en
piedad; /
el Señor es bueno con todos, /
es cariñoso con todas sus
criaturas. R.
Abres tú la mano, Señor, y nos
sacias de favores.
Los ojos de todos te están
aguardando, /
tú les das la comida a su tiempo; /
abres tú la mano, /
y sacias de favores a todo
viviente. R.
Abres tú la mano, Señor, y nos
sacias de favores.
El Señor es justo en todos sus
caminos, /
es bondadoso en todas sus
acciones; /
cerca está el Señor de los que
lo invocan, /
de los que lo invocan
sinceramente. R.
Abres tú la mano, Señor, y nos
sacias de favores.
Lectura de la carta del
apóstol S. Pablo a los Romanos 8,35.37‑39
Ninguna criatura podrá
apartaros del amor de Dios, manifestado en Cristo
Hermanos: ¿Quién
podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la
persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? Pero en
todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido
de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni
potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del
amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Palabra
de Dios
REFLEXIÓN
EL
PROBLEMA ES EL HOMBRE
S. Pablo da unas pinceladas del ambiente
que invade y que tiene hundido en la desgracia, en el sin sentido de la vida a
la comunidad cristiana de Roma, y de la
misma forma podríamos trasladarlo a nuestro lugar y a nuestro tiempo: “¿la aflicción?, ¿la
angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la
espada?...
Todos estos son los mismos elementos que a
nosotros nos tienen de rodillas junto con el paro, la corrupción… realidades ante
las que con una facilidad enorme nos arrodillamos y les rendimos culto, pues la
misma naturaleza nos empuja a ello. Este es el mar en el que vamos nadando y
estas son las olas que amenazan con ahogarnos.
Frente a esta situación que plantea el mundo y
que estamos viendo que lo hace de forma
inmisericorde y contundente, el hombre tiene la certeza de que eso, a pesar de que
se nos quiera imponer y se esfuerce por convencernos de que no hay otra salida,
eso tiene las horas contadas, está derrotado, eso no es el final del hombre:
Cristo ha vencido, la batalla está ganada y Dios ha salido triunfante y
victorioso sobre la muerte, que es el final de todo ese proceso.
Esta realidad que nos ha regalado Cristo no
puede haber nadie ni nada que la cambie: “ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni
principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad,
ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo
Jesús, Señor nuestro”. Aunque todo se ponga patas arriba, la realidad final no
habrá quien la cambie, como tampoco van a hacer que Dios cambie sus planes, por
más que cada hombre, o todos juntos se pongan de acuerdo y decidan destruirse.
Lectura del santo evangelio
según S. Mateo 14,13‑21
Comieron todos hasta quedar
satisfechos
En aquel tiempo, al
enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca,
a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra
desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a
los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:
"Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que
vayan a las aldeas y se compren de comer." Jesús les replicó: "No
hace falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos le replicaron:
"Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo: "Traédmelos."
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los
dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y
se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron
todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras.
Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Palabra
del Señor
REFLEXIÓN
LA
PROPUESTA DE JESÚS
S. Mateo presenta la
situación humana: “Jesús vio el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos” pero a
continuación los apóstoles le presentan la otra situación: “No tienen comida”,
es decir: les falta lo elemental: salud y comida. Es el gran problema de la
humanidad: la satisfacción de las necesidades primarias.
Pero existe la tentación y el peligro
constante: resueltas esas necesidades básicas, olvidarnos de lo demás, de la
otra parte del hombre que es tan importante como la material; Como podemos ver
es la misma temática que plantea Isaías en la primera lectura (Is. 55,1-3) que
el mismo Jesús, retomando la reflexión que hace el Deuteronomio (8,3; 6,13) se
enfrenta a la tentación más común y lógica que suele presentarse: en el
desierto, el tentador le propone que satisfaga sus necesidades primarias y
Jesús le responde: “No solo de pan vive el hombre” (Lc.4,3-4).
El
problema de la humanidad no se reduce a satisfacer las necesidades básicas, por
supuesto que es lo primero que hay que resolver, como Jesús hace en el pasaje
que nos trae la liturgia de hoy, pero en la misma solución que da está hablando
ya de las actitudes que hay que tener y que son tan importantes como llenar el
estómago: hacer que nazca y se exprese la conciencia de la solidaridad y de la
justicia compartiendo y distribuyendo los bienes y los recursos que tenemos de
forma que dé como resultado el bienestar de la sociedad.
Jesús quiso que sus mismos discípulos tomaran
parte en la resolución del problema, para que se dieran cuenta que hay que
activar otros mecanismos que están dentro del mismo hombre: “dadles vosotros de
comer." No les dice que esperen a ver si alguien quiere hacer una donación
de algo, sino que les invita a que cada uno ponga al servicio de los demás TODO
y LO MEJOR que tiene (5 panes y 2 peces= 7) y cuando esto se hace, sobraron 12
cestos (el número 12 indica la totalidad del pueblo): hay de sobra para que
todos tengan resueltas sus necesidades primarias. Con lo que S. Mateo quiere
dejar bien claro que el problema no es la carencia de medios, sino la falta de
solidaridad.
Es interesante que prestemos atención a los
detalles de la narración: “"Estamos en despoblado y es muy tarde”: el
“despoblado” es el desierto, la falta absoluta de medios y la “tarde” es la
cercanía con la falta de luz, (de esperanza, de fuerzas, de ilusión… el caos).
En esta situación, cuando Dios ve que la gente pone TODO y lo MEJOR que tiene,
Dios no se deja ganar en generosidad: el resultado es la abundancia.
La llamada hoy a la humanidad en la que vivimos
y en la que nos hemos trazado no el proyecto de Dios, sino el TENER como meta,
Dios nos invita a plantearnos si lo que hemos montado es tan interesante como
para despreciar su propuesta.