PRIMERA LECTURA
Sacó pan y vino
En
aquellos días, Melquisedec, rey de Salen, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan
y vino y bendijo a Abrán, diciendo:
-“Bendito sea Abrán por el Dios altísimo,
creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado
tus enemigos.”
Y Abrán le dio un décimo de cada cosa.
Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
UN SIGNO QUE APUNTA A JESÚS
El pasaje muestra el momento en que
Abrahán se encuentra con el sacerdote Melquisedec después de haber liberado a
su sobrino Lot y haberle recuperado todo el botín que le habían sustraído al
rey de Sodoma. Abrahán se acerca al sacerdote Melquisedec para hacer un
sacrificio de acción de gracias a Dios por el desenlace de la contienda (Gn 14,
13-16. 21-24)
Melquisedec es rey de Salém, sin
embargo, aunque no pertenece a la familia de Abrahán, lo reconoce y lo respeta,
con lo que pasa a ser una figura dentro del pueblo de Israel que lo considera
una figura que remite al rey David; más adelante se asimilará también con el
Mesías esperado y, en consecuencia, su imagen llega hasta el NT. Como un signo
del sacerdocio real de Cristo
¿Por qué adquiere Melquisedec esa
relevancia dentro de la tradición bíblica?
-Por su actitud con Abrahán:
Melquisedec dio gracias al Dios Altísimo, ofreció los dones y bendijo a Abrahán
indicando que era reconocido como padre de un gran pueblo para el que el
sacerdote pide los bienes y la vida.
-La ofrenda que hace es la de pan y vino, que son dos elementos de
una importancia enorme en todas las religiones: el pan y el vino están
conectados directamente con la riqueza de la tierra que es vida para el hombre
y esto es una manifestación de Dios en la misma naturaleza con la que cuida del
hombre. Por lo tanto, Dios se manifiesta como un Dios de Vida y no de muerte en
los signos más sencillos y elementales de la creación que, además, la pone a disposición
del hombre como signo de comunión con él.
Salmo
responsorial Sal 109, 1. 2. 3. 4 (R.: 4bc)
R.
Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Oráculo del Señor a mi Señor:
“Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos estrado de tus
pies.” R.
R.
Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R.
R.
Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
“Eres príncipe desde el día de tu
nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré,
como rocío, antes de la aurora.” R
R.
Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
“Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.” R
R.
Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
SEGUNDA LECTURA
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23‑26
Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor
Hermanos:
Yo
he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he
transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que
iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió
y dijo:
-“Esto
es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.”
Lo
mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
-“Este
cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo
bebáis, en memoria mía.”
Por
eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte
del Señor, hasta que vuelva.
Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
“ACTUALIZACIÓN
DE LA ALIANZA”
El
texto recoge la tradición que Pablo ha recibido y que considera es lo más fiel
al original y auténtico que existe: su conexión con lo que Cristo ha dejado
como herencia es inapelable.
De
alguna manera es la afirmación que corrobora la autenticidad de lo que viene
haciendo en la celebración de la cena del Señor, frente a todo lo que se está
queriendo introducir que distorsiona por
completo el sentido de lo que el Señor quiso, hizo y pidió que se siguiera haciendo
en memoria suya.
En
corinto estaban ocurriendo cosas que rompían con lo que Cristo había querido
dejar como expresión de la Nueva Alianza: habían llegado a convertir la
Eucaristía en una simple fiesta, en un encuentro sin conexión alguna con la
historia y con el encargo que Jesús había dejado (11, 18-21).
Pablo
retoma esta conexión y la acentúa frente a los que han convertido la Eucaristía
en una fiesta, un acto social y amistoso.
Pablo
recupera el sentido de lo que Jesús había hecho: en aquella cena, Cristo recogió toda la
historia de su pueblo, la historia del compromiso de Dios con el pueblo y que este acto significa una renovación de
este compromiso cada vez que se realiza y no se trata de un recuerdo de algo
que se hizo; ese cáliz que se consagra es la renovación de la Nueva Alianza
hecha con la sangre de Cristo
Aleluya
Jn 6, 51
Yo soy el pan vivo que ha bajado del
cielo -dice el Señor-;
el que coma de este pan vivirá para
siempre.
EVANGELIO
Lectura
del santo evangelio según san Lucas 9,
11b‑17
Comieron todos y se saciaron
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar
al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron
a decirle:
-"Despide a la gente; que vayan a las
aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí
estamos en descampado."
Él les contestó:
-"Dadles vosotros de comer."
Ellos replicaron:
-"No tenemos más que cinco panes y dos
peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío."
Porque eran unos cinco mil hombres.
Jesús dijo a sus discípulos:
-"Decidles que se echen en grupos de unos
cincuenta."
Lo hicieron así, y todos se echaron.
Él, tomando los cinco panes y los dos
peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió
y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron
todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.
Palabra
del Señor.
REFLEXIÓN
“HACED ESTO EN MEMORIA
MÍA”
Cuando los
pfrimeros cristianos, despuás que había muerto Jesús, se encontraban, no podían
evitar el recordar las palabras que Él les había dicho: “Cuando estéis reunidos
haced esto en memoria mía y sabed que en medio de vosotros estoy yo”.
S.
Pablo recoge esto como la tradición más antigua y auténtica de todo lo que ha
recibido y siente que es el signo vivo
de la presencia de Jesús en medio de los suyos, lo que hace que la fe se
sustente y su mensaje no pierda actualidad.
Este
momento del encuentro eucaristico es una actualización constante del encuentro
con Cristo: en él vuelve a resonar su voz
cuando leemos el evangelio y aparece vivo su mensaje que se escribió
precisamente para que quedara intacto y en él vemos y palpamos los sentimientos
y la forma viva de actuar, sentir y pensar de Jesús.
Vuelven
a repetirse las palabras de Jesús en aquel momento solemne que tanto tiempo
había deseado celebrar: “Tomad y comed todos porque esto es mi cuerpo… bebed
todos de este cáliz porque esta es mi sangre que se derrama por todos los
hombres, como la nueva alianza que hago con vosotros”
Y
en este momento, nosotgros hacemos una confesión de nuestra fe, un acto de
aceptación de esa alianza y un compromiso de ser testigos de lo que Él ha hecho
en todos los rincones del mundo:
“Anunciamos tu muerte,proclamamos tu resurrección, ven, Señor, Jesús”.
En
ese encuentro, Jesús es el centro y, como en aquel momento cumbre, todos
estamos pendientes de su palabra, de sus gestos, y nos sentimos identificados
con todo lo que Él nos indica que es fundamental: el respeto a Dios Padre que
nos salva y pide que no nos postremos ante nada ni ante nadie; Él quiere
establecer el reinado de la paz como resultado de la puesta en práctica de la
justicia, del amor y de la verdad con lo que se conseguirá la felicidad para
todos y ésta es su voluntad y su deseo, por lo que debemos emplear nuestras
vidas y en esto nos jugamos nuestyra felicidad.
Teniendo
esto presente, lo demás nos vendrá por añadidura: el pan, el trabajo, la salud,
el perdón y la fuerza para hacer frente a las tentaciones y a todos los
peligros que la vida nos presenta… todo esto se lo expreamos con la oración que
Jesús nos dejó para que nos dirijamos al Padre.
Terminado
este momento en el que nos ponemos en contacto con Dios Padre por medio de
Jesús, nos disponemos a recibir de sus manos el pan que nos reparte, que es su
cuerpo, su vida, su Espíritu para que a su lado nos dediquemos a construir su
proyecto del Reino para lo que Él ha venido y en lo que ha entregado su vida.