EL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO -13-


 

PRIMERA LECTURA


 Lectura del libro del Génesis 14, 18‑20
Sacó pan y vino 

            En aquellos días, Melquisedec, rey de Salen, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abrán, diciendo: 
-“Bendito sea Abrán por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos.” 
Y Abrán le dio un décimo de cada cosa. 
Palabra de Dios.   

REFLEXIÓN

UN SIGNO QUE APUNTA A JESÚS     

                El pasaje muestra el momento en que Abrahán se encuentra con el sacerdote Melquisedec después de haber liberado a su sobrino Lot y haberle recuperado todo el botín que le habían sustraído al rey de Sodoma. Abrahán se acerca al sacerdote Melquisedec para hacer un sacrificio de acción de gracias a Dios por el desenlace de la contienda (Gn 14, 13-16.  21-24)
            Melquisedec es rey de Salém, sin embargo, aunque no pertenece a la familia de Abrahán, lo reconoce y lo respeta, con lo que pasa a ser una figura dentro del pueblo de Israel que lo considera una figura que remite al rey David; más adelante se asimilará también con el Mesías esperado y, en consecuencia, su imagen llega hasta el NT. Como un signo del sacerdocio real de Cristo
            ¿Por qué adquiere Melquisedec esa relevancia dentro de la tradición bíblica?
            -Por su actitud con Abrahán: Melquisedec dio gracias al Dios Altísimo, ofreció los dones y bendijo a Abrahán indicando que era reconocido como padre de un gran pueblo para el que el sacerdote pide  los bienes y la vida.
            -La ofrenda que hace  es la de pan y vino, que son dos elementos de una importancia enorme en todas las religiones: el pan y el vino están conectados directamente con la riqueza de la tierra que es vida para el hombre y esto es una manifestación de Dios en la misma naturaleza con la que cuida del hombre. Por lo tanto, Dios se manifiesta como un Dios de Vida y no de muerte en los signos más sencillos y elementales de la creación que, además, la pone a disposición del hombre como signo de comunión con él.       

Salmo responsorial Sal 109, 1. 2. 3. 4 (R.: 4bc)  

R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec. 

Oráculo del Señor a mi Señor:
“Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos estrado de tus pies.” R.
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec. 

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R.
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec. 

“Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré,
como rocío, antes de la aurora.” R
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec. 

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
“Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.” R
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.   

SEGUNDA LECTURA  


Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios  11, 23‑26
Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor 

            Hermanos: 
            Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: 
            -“Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.” 
            Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: 
            -“Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.” 
            Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva. 
Palabra de Dios.   

REFLEXIÓN 

“ACTUALIZACIÓN DE LA ALIANZA”    

            El texto recoge la tradición que Pablo ha recibido y que considera es lo más fiel al original y auténtico que existe: su conexión con lo que Cristo ha dejado como herencia es inapelable.
            De alguna manera es la afirmación que corrobora la autenticidad de lo que viene haciendo en la celebración de la cena del Señor, frente a todo lo que se está queriendo introducir  que distorsiona por completo el sentido de lo que el Señor quiso, hizo y pidió que se siguiera haciendo en memoria suya.
            En corinto estaban ocurriendo cosas que rompían con lo que Cristo había querido dejar como expresión de la Nueva Alianza: habían llegado a convertir la Eucaristía en una simple fiesta, en un encuentro sin conexión alguna con la historia y con el encargo que Jesús había dejado (11, 18-21).
            Pablo retoma esta conexión y la acentúa frente a los que han convertido la Eucaristía en una fiesta, un acto social y amistoso.
            Pablo recupera el sentido de lo que Jesús había hecho:  en aquella cena, Cristo recogió toda la historia de su pueblo, la historia del compromiso de Dios con el pueblo  y que este acto significa una renovación de este compromiso cada vez que se realiza y no se trata de un recuerdo de algo que se hizo; ese cáliz que se consagra es la renovación de la Nueva Alianza hecha con la sangre de Cristo
 

Aleluya Jn 6, 51
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo -dice el Señor-;
el que coma de este pan vivirá para siempre.
 

EVANGELIO  


Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,  11b‑17
Comieron todos y se saciaron 

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban. 
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: 
-"Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado." 
Él les contestó: 
-"Dadles vosotros de comer." 
Ellos replicaron: 
-"No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío." 
Porque eran unos cinco mil hombres. 
Jesús dijo a sus discípulos: 
-"Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta."
Lo hicieron así, y todos se echaron. 
Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos. 
Palabra del Señor.  

REFLEXIÓN 

“HACED ESTO EN  MEMORIA MÍA”    

Cuando los pfrimeros cristianos, despuás que había muerto Jesús, se encontraban, no podían evitar el recordar las palabras que Él les había dicho: “Cuando estéis reunidos haced esto en memoria mía y sabed que en medio de vosotros estoy yo”.
            S. Pablo recoge esto como la tradición más antigua y auténtica de todo lo que ha recibido y siente que  es el signo vivo de la presencia de Jesús en medio de los suyos, lo que hace que la fe se sustente y su mensaje no pierda actualidad.
            Este momento del encuentro eucaristico es una actualización constante del encuentro con Cristo: en él vuelve a resonar su voz  cuando leemos el evangelio y aparece vivo su mensaje que se escribió precisamente para que quedara intacto y en él vemos y palpamos los sentimientos y la forma viva de actuar, sentir y pensar de Jesús.
            Vuelven a repetirse las palabras de Jesús en aquel momento solemne que tanto tiempo había deseado celebrar: “Tomad y comed todos porque esto es mi cuerpo… bebed todos de este cáliz porque esta es mi sangre que se derrama por todos los hombres, como la nueva alianza que hago con vosotros”
            Y en este momento, nosotgros hacemos una confesión de nuestra fe, un acto de aceptación de esa alianza y un compromiso de ser testigos de lo que Él ha hecho en todos los  rincones del mundo: “Anunciamos tu muerte,proclamamos tu resurrección, ven, Señor, Jesús”.
            En ese encuentro, Jesús es el centro y, como en aquel momento cumbre, todos estamos pendientes de su palabra, de sus gestos, y nos sentimos identificados con todo lo que Él nos indica que es fundamental: el respeto a Dios Padre que nos salva y pide que no nos postremos ante nada ni ante nadie; Él quiere establecer el reinado de la paz como resultado de la puesta en práctica de la justicia, del amor y de la verdad con lo que se conseguirá la felicidad para todos y ésta es su voluntad y su deseo, por lo que debemos emplear nuestras vidas y en esto nos jugamos nuestyra felicidad.
            Teniendo esto presente, lo demás nos vendrá por añadidura: el pan, el trabajo, la salud, el perdón y la fuerza para hacer frente a las tentaciones y a todos los peligros que la vida nos presenta… todo esto se lo expreamos con la oración que Jesús nos dejó para que nos dirijamos al Padre.
            Terminado este momento en el que nos ponemos en contacto con Dios Padre por medio de Jesús, nos disponemos a recibir de sus manos el pan que nos reparte, que es su cuerpo, su vida, su Espíritu para que a su lado nos dediquemos a construir su proyecto del Reino para lo que Él ha venido y en lo que ha entregado su vida.

           

 

 

 

LA SANTISIMA TRINIDAD -13


 

PRIMERA LECTURA  


Lectura del libro de los Proverbios 8, 22‑31
Antes de comenzar la tierra, la sabiduría fue engendrada

Así dice la sabiduría de Dios: 
«El Señor me estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. 
En un tiempo remotísimo fui formada, antes de comenzar la tierra. 
Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. 
Todavía no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada. 
No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe. 
Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; 
cuando sujetaba el cielo en la altura, y fijaba las fuentes abismales. 
Cuando ponía un limite al mar, cuyas aguas no traspasan su mandato; 
cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como aprendiz, 
yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia: 
jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres. 
Palabra de Dios.
 

REFLEXIÓN 

EL ROSTRO DE DIOS    

            En un primer momento, en la cultura de Israel, una de las manifestaciones más primarias de la presencia y la asistencia de  Dios, está en la capacidad que el hombre tiene para gobernar su propia vida y ser feliz o en la habilidad que tiene el gobernante para establecer unas relaciones de paz y de justicia en su pueblo.
            “Sabio”, según esta mentalidad, no es, por tanto, quien sabe muchas cosas, sino quien, con lo que tiene, es capaz de ser feliz y conducirse por el camino recto, conservando siempre la cordura y la capacidad crítica, descubriendo siempre en la vida el camino del bien y conduciéndose por él.
            El texto que nos presenta la liturgia es una reflexión posterior que se hace ante esta realidad existente y, esa presencia de la SABIDURÍA,  llega a concluirse que no es obra del hombre, sino presencia de Dios en el hombre, con lo que la “Sabiduría” se identifica con Dios creador; de ahí que, la “Sabiduría” que aquí se describe, se la identifica con la imagen y manifestación del “Verbo de Dios”
            Podríamos decir que éste es uno de los primeros rostros  que se presentan de Dios, muy distinto y diferente de lo que tradicionalmente venimos sosteniendo.
            Por otro lado, la imagen que se nos muestra de Dios, no es la del ser solitario que se distrae “haciendo cosas”, sino la de un ser en relación: “yo estaba junto a él, como aprendiz, yo era su encanto cotidiano”  todo el tiempo jugaba en su presencia: 
Jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres”… Dios vive en armonía con los hombres, no disfrutando con hacerles sufrir, sino todo lo contrario, siendo feliz con ellos.
            Mirando las cosas así, desde esta perspectiva, la historia de Dios con los hombres, no es un drama, ni una tragedia, sino una historia de comunión, de amistad, de amor  y de alegría.
            ¡Qué triste que hayamos desvirtuado las cosas tanto que hayamos hecho de Dios un ogro que goza probando a los hombres con enfermedades y con problemas para ver hasta cuánto aguantan…!
 

Salmo responsorial Sal 8, 4‑5. 6‑7a. 7b‑9. (R.: 2a)


R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra! 

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder? R.
R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra! 

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos. R.
R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra! 

Todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar. R.
R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra! 
 

SEGUNDA LECTURA


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1‑5
A Dios, por medio de Cristo, en el amor derramado con el Espíritu

 Hermanos: 
Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. 
Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. 
Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.  
Palabra de Dios.
 

REFLEXIÓN 

“VIVIR EN SANTIDAD”   

            S. Pablo hace una síntesis de todo el mensaje cristiano: Cristo nos ha traído la paz y la reconciliación con Dios y nos ha ubicado en el camino de la salvación.
            Deja claro que la salvación no es fruto de la acción, ni de la capacidad del hombre, sino que es el gran regalo que Dios nos ha hecho: “Por él hemos obtenido, con la fe, el acceso a esta gracia en que estamos”: la “santidad” no es el resultado de nuestro esfuerzo, sino que es un don que el Señor nos da y, lo que tenemos que hacer es actuar en conformidad con lo que somos y confiar en Dios.
            Cristo nos ha liberado del pecado y de la ley y nos abre el camino a seguir; incluso, frente a las dificultades de la vida nos presenta, la clave estará en ser fieles a lo que somos y no seguir otras consignas.
            Llevar adelante este camino, solo se puede realizar con la aceptación del Espíritu Santo que Dios nos ha dado y que, será el que nos dará paciencia en la tribulación y esa paciencia nos irá dando  una virtud sólida, que es la base y fundamento de la esperanza.
            Vivir, por tanto, en la onda de la libertad y la salvación que Cristo nos ha conseguido, es establecerse en un proyecto de vida que es sustentado por la presencia del Espíritu Santo.
 

Aleluya Ap 1, 8 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
al Dios que es, que era y que viene. 
 

EVANGELIO  


Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 12‑15
Todo lo que tiene el Padre es mío; el Espíritu tomará de lo mío y os lo anunciará 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
—«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. 
É1 me glorificará, porque recibirá de mi lo que os irá comunicando. 
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará.» 

Palabra del Señor. 
 

REFLEXIÓN 

“UBICARSE EN EL BIEN”    

            Es interesante lo que Jesús le dice a los apóstoles: “Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora”, prefiere no calentarles la cabeza con teorías sobre Dios, sobre su relación con su Padre, sobre el puesto que ocupa cada uno en el esquema de la “Trinidad”, sobre las funciones de cada uno: del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo… Todo eso de lo que tanta gente ha empleado su vida entera escribiendo, intentando explicar lo que es inexplicable y, lo peor todavía, condenando a quien se le ocurra decir algo que pueda poner en tela de juicio lo que ellos han dicho.
            Jesús no se dedica a escribir ningún tratado sobre la Trinidad, ni a dar todo un código de verdades en las que tenemos que creer, sino que comparte con sus amigos su experiencia de amor, de acogida, de cercanía y de escucha con su Padre; Él comparte su alegría de sentirse hijo amado por su Padre y la fuerza que lo mantiene en sintonía y lo lanza a hacer este mundo cada vez más humano y a que reine en él el mismo espíritu que lo une a Él con su Padre de forma que todos puedan sentir la misma felicidad que Él siente.
            Jesús no se dedica a dar una serie de datos  estadísticos y fríos de su Padre ni del amor que los une, sino que expresa con su vida lo que su Padre siente: un cariño especial por aquellos que la sociedad excluye y relega, por aquellos que se sienten indefensos y atropellados… Él se pone al lado de ellos y Jesús no puede hacer otra cosa distinta; su Padre es bueno con todos y no hace acepción de personas, Él no puede, ni sabe ser de otra forma: Él se siente feliz viendo que los hombres son felices y se siente mal cuando alguien sufre,  pues hace suyos las alegrías y los sufrimientos de los hombres, especialmente los más débiles y desprotegidos.
            Como hemos dicho, no se entretiene en dar discursos, sino en vivir y en la práctica del amor, de la justicia va invitando a que los demás lo hagan y sigan su camino, con lo que nuestras vidas cambian y se ponen en la onda del Padre con la fuerza del mismo Espíritu.
            En esa misma onda, Jesús demuestra, sin necesidad de explicaciones, que la presencia del Espíritu Santo no es una fantasía, sino una realidad que nos transforma a todos, pues no es otra cosa que el AMOR DE DIOS que vive en nosotros y nos hace amarnos los unos a los otros llevándonos siempre a  hacer el bien.
            Por eso, esa fórmula que usamos en nuestra oración: hacer y decir las cosas en ¡el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu santo”; el realizar el signo de la cruz en el nombre de la Santísima Trinidad, es ponernos en la onda de Dios, en la situación del “BIEN” Y PARA EL “BIEN”
            Es fácil que haya mucha gente que crea que eso es signo de beaterío o de ñoñería religiosa… pueden pensar lo que quieran, pero siempre será más grande, noble, honrado, bueno… actuar en, desde, y por el bien que por el mal.

        

 

 

PENTECOSTES -2013


 
PRIMERA LECTURA 

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 1‑11
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. 
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban:  C*)No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, )cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?  Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.+ 
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN 

¿QUÉ ESPÍRITU ES EL QUE NOS MUEVE? 

Comienza el texto de los Hechos diciéndonos que los cristianos “Estaban todos juntos en un mismo lugar”. Con estas palabras ya nos está dando S. Lucas una de las notas características de la comunidad cristiana: LA UNIDAD, eso que es signo identificativo, pues el primer síntoma de la práctica del Amor es justamente esto: la UNIDAD y, esto que es nota identificativa, se convierte también en proyecto, en reto de todos: construir la unidad es un proceso de conversión diario, que nos lleva a limar asperezas, a cambiar actitudes, a superar prejuicios… para que pueda darse la comunión. Esta labor la va haciendo el Espíritu Santo en cada uno de los miembros de la iglesia que se abren a su acción santificadora.
            Esta “FUERZA VITAL” que transforma, que vivifica, se escapa a todos nuestros sistemas de espacio y tiempo para poder definirla y, para que podamos hacernos una idea, se la expone por sus efectos, por sus huellas y su acción, y de esa manera podamos imaginarla: es parecida al  “viento”, que llega sin esperarlo, no sabes de dónde viene, cómo es, ni lo puedes controlar… pero tiene una fuerza absolutamente incontrolable: “De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio resonó en toda la casa” (Hch 2,2). Es una forma de decir que es algo que escapa de los cálculos del hombre, es algo divino, pues viene del cielo, su origen no responde a un proyecto humano…
            S. Lucas quiere dejar también muy claro que el Espíritu Santo es algo dinámico: una fuerza que lo remueve todo: algo así como un terremoto, como el fuego que lo trastorna todo, que lo transforma todo, que purifica incluso lo más oxidado y endurecido y lo vuelve maleable… El Espíritu Santo es fuerza, potencia, poder de transformación y además es algo cósmico, capaz de transformar el universo entero.
“Entonces aparecieron lenguas como de fuego, que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos” (Hch 2,3). El fuego es otro elemento con el que en el A.T. expresa la presencia de Dios, es un elemento del cosmos, que el ser humano no puede retener en sus manos, se le escapa y no puede controlar; es algo que lo envuelve todo, lo calienta, lo ilumina, lo purifica y lo transforma… algo así es el Espíritu Santo: poderoso, irresistible, transcendente…
Dice el libro de los Hechos que: “Se llenaron todos de Espíritu Santo” y, lógicamente, no pudieron resistir a su fuerza, salieron hablando y dando testimonio de todo lo que habían vivido, de tal forma que, la gente los vio transformados, hasta el punto que quedaban maravillados y la gente, al verlos se unía al grupo.
Es imposible resistirse a hacer la pregunta: ¿Qué pasa con nuestros jóvenes que recibien el Espíritu Santo en la confirmación, desaparecen de la iglesia y se vuelven hasta enemigos de Jesucristo y de su iglesia?
¿Qué pasa con el bautismo que seguimos celebrando y las primeras comuniones después cuatro años de catequesis, o del resto de sacramentos en los que “teóricamente” se da el Espíritu Santo y dan como resultado todo lo contrario a lo que se debería esperar? ¿Es que el Espíritu ha perdido su “ser” y se ha convertido en algo “lygth” SIN fuerza, ni poder, ni interés, ni atractivo…? O ¿es que estamos tan distantes de lo que es el Espíritu Del Señor, que lo que tenemos es completamente otro tinglado que no tiene que ver nada con Él? 

Salmo responsorial   Sal 103, 1ab  y 24ac. 29bc‑30. 31 y 34

R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. 

Bendice, alma mía, al Señor:
(Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas.
R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. 

Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.
R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. 

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.
R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. 

 
SEGUNDA LECTURA 

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 3b‑7. 12‑13 
Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo
Hermanos:  Nadie puede decir: *Jesús es Señor+, si no es bajo la acción del Espíritu Santo. 
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. 
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. 
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. 
Palabra de Dios. 

REFLEXIÓN 

“VIVIR SEGÚN EL ESPÍRITU SANTO”  

            En Jesús vemos a Dios que se ha encarnado, ha tomado la naturaleza humana y se ha hecho un hombre de carne y hueso, para mostrarnos a los hombres, cómo se  ha de recorrer el camino que Dios le ha marcado para ser feliz y, realizarse como el hombre a imagen y semejanza que Dios creó desde el principio... Hasta ahí entendemos.
            Pero Dios ha hecho un compromiso nuevo con los hombres: Él se ha bajado para vivir en este mundo que creó como expresión de su amor, para vivir y entenderse con un ser capaz de relacionarse con Él y, en esta nueva etapa, Dios le da al hombre su misma VIDA, para que pueda entenderlo, sentirlo y vivirlo: lo llama incluso amigo; pero para que esto pueda realizarlo, ha de ser con la fuerza del mismo Espíritu que mueve a Dios: EL ESPÍRITU SANTO, pues de lo contario, cada uno estaría en una onda distinta.
            Y de la misma manera que es Dios: TRES personas distintas, que viven en comunión perfecta, realizando cada una su función, la iglesia, que es el sacramento de Cristo en el mundo, está estructurada a imagen de Dios: cada creyente es un miembro de ese “cuerpo” que vive y actúa en perfecta comunión con el resto y para el resto.
            El motor que anima a este cuerpo es la misma VIDA de Dios: el Espíritu Santo y cada miembro va realizando la función que el Espíritu Santo le anima.
            Es incompatible con la naturaleza de la iglesia el que un miembro haga el bien y otro el mal; el que uno actúe sirviendo y amando, mientras otro lo haga explotando y atropellando.
Romper la unidad debe ser considerado, dentro del “Cuerpo de la Igesia”, el peor y más grave de los pecados.
El hecho más triste y más escandaloso es que se intente compatibilizar una cosa con otra: algo así como defender al mismo tiempo la verdad y la mentira, la luz con las tinieblas, diciendo que las dos cosas pueden ser al mismo tiempo y ambas tienen justificación.
 

SECUENCIA 

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo. 

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.   

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hambre, 
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.   

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo, 
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.   

Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. 

 
Aleluya
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
enciende en ellos la llama de tu amor.   

EVANGELIO 

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19‑23 
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:  C*Paz a vosotros.+ 
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:  C*Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.+ 
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:  C*Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidas.+ 
Palabra del Señor. 
 

 ¡¡VEN, ESPÍRITU SANTO!!    

            Si  nos detenemos a pensar podemos  recordar cómo en las primeras páginas de la biblia, cuando nos narra la creación del hombre dice que Dios creó al hombre del barro de la tierra y después sopló sobre él su aliento y el hombre tuvo vida, se convirtió en  persona, imagen y semejanza de Dios. Vivir sin esa semejanza es caminar en la vida con “pies de barro”; morir es volver al polvo de la tierra… a la materia muerta y sin sentido.
S. Juan retoma esta figura  para  explicar lo que la venida del Espíritu ha supuesto para la iglesia: lo que se tiene es un grupo de hombres y mujeres acabado, cerrado en si,  inutilizado por el miedo y la decepción, sin perspectivas de ningún tipo…  estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos “; se necesita una renovación total, una persona nueva capaz de superar esta situación y Jesús hace esta transformación: “, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:  “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.” 
 Ocurre una nueva creación en la que la fuerza de Dios hace que todo sea nuevo: los apóstoles se transforman y el miedo se convierte en valentía, el apocamiento en  amplitud de miras, los intereses  mezquinos se convierten en  alegría y esperanza… Esto es imposible que surja  de una realidad como la que vivían si es que  El Espíritu no hubiera insuflado nueva vida.
            En Pentecostés, es considerado, pues, como una “nueva creación” Jesús sopló sobre los apóstoles su aliento y les infundió un Espíritu nuevo capaz de perdonar los pecados en nombre de Dios y de  actuar en su nombre. Sin este Espíritu, la iglesia no es nada, es una simple organización más, incapaz de crecer, de abrirse al mundo, de dar una palara de aliento, de ofrecer una  posibilidad de vida, y  nunca podría  ser un aliento para la esperanza.
            Pero de la misma manera, cuando la iglesia o el creyente no se dejan  guiar por ese Espíritu, se convierten en un triste signo de algo caduco y sin sentido, anquilosados en un pasado anacrónico, pensando siempre en tiempos pasados, en situaciones de gloria que se perdieron y no volverán: se quiso matar el Espíritu y encasillarlo y toda la estructura se convirtió en una pieza de museo sin vida.
            ¡¡Ven,  Espíritu Santo!, y renueva el corazón de todos los fieles para que tu iglesia pueda ser un signo de vida y esperanza para el mundo.