DOMINGO XXII DEL TEMPO ORDINARIO –C-


PRIMERA LECTURA  


Lectura del libro del Eclesiástico 3, 17‑18. 20. 28‑29
Hazte pequeño y alcanzarás el favor de Dios 

            Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. 
            Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; 
porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes. 
            No corras a curar la herida del cínico, pues no tiene cura, es brote de mala planta. 
            El sabio aprecia las sentencias de los sabios, el oído atento a la sabiduría se alegrará. 
Palabra de Dios 

REFLEXIÓN 

“HOY NO VENDE”   

        Si algo choca con el ambiente y la cultura que vivimos es justamente este mensaje que nos trae hoy la palabra de Dios con el libro del eclesiástico. El autor, basándose en la experiencia de la vida se da cuenta que hay un montón de cosas inútiles que nos sacan de la realidad y nos hacen vivir una existencia vacía. Su forma de pensar va acercándose a la espiritualidad que apunta Jesús en las Bienaventuranzas, pero, como digo, esto no venda hoy, es contracultural.

            Hoy, si una persona funciona en esta onda, se dice que tiene la autoestima por los suelos, que no tiene ambiciones en la vida, que se minusvalora que… es poco menos que un pobre hombre en el más despectivo sentido de la palabra.

            En un mundo y un sistema donde se estableció la “competencia” como norma, los individuos son todos potenciales enemigos y la gran aspiración es estar por encima de los demás a costa de lo que cueste.

            Recuerdo que en un momento en que tuve que hacer una presentación de un acto, fui presentando a las distintas personas que actuaban y a una se me olvidó decir su titulación de licenciado y rápidamente, en cuanto tuvo la oportunidad, me lo refregó en público y sacó a relucir sus títulos y además nos sacó todo su curriculum, sin embargo, todos lo conocíamos y sabíamos que era un ser indecente, pero ese título, que era el más auténtico, no lo sacó para nada.

            Por otro lado vemos cómo toda la sociedad se estructura en una especie de concierto de categorías y de títulos que no tienen más refrendo que un papel, porque lo que de verdad debería importar es la vida: la actitud, la forma y la calidad del servicio.

            Frente a esta mentalidad de apariencias Qoelet presenta otra forma de ser que no lleva a la competencia, sino a la fraternidad y frente a cada consejo que da, presenta los resultados de esa forma de actuar:

-      Procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. 
-      Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios
-      No corras a curar la herida del cínico, pues no tiene cura

            Como podemos ver, los consejos que da son de sentido común: la conveniencia de actuar siempre con humildad, sin ir por la vida presumiendo y dándose importancia, pues la valoración la han de hacer los otros, no uno mismo. Aconseja de no ir aparentando por la vida y engrandeciéndose, pues los demás que nos conocen, también tienen su valoración de ti, y es preferible que sean ellos los que corrigen  tu humildad y sencillez. 

Salmo responsorial Sal 67, 4‑5ac. 6‑7ab.  10‑11  (R.: cf. 11b)


 R. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres. 

Los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad en su honor;
su nombre es el Señor. R. 
R. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.   

Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece. R.
R. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.   

Derramaste en tu heredad, oh Dios,
una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad,
oh Dios, preparó para los pobres. R.
R. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres. 
 

SEGUNDA LECTURA  


Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18‑19. 22‑24a
Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo 

            Hermanos: 
            Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando. 
            Vosotros os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús. 
Palabra de Dios.   

REFLEXIÓN 

“VIVIR LA EXPERIENCIA DE LA CERCANÍA DE DIOS”   

            Hasta la venida de Cristo, los hombres han ido buscando a Dios y han tenido que imaginárselo en figuras, en acontecimientos, en símbolos… Todo eso ha terminado, ese mundo desconocido y oculto, lleno de miedos y recelos se ha cambiado por algo cercano, asequible: el mismo Dios ha salido al encuentro, se ha bajado, se ha dejado tocar, ha comido con nosotros y ha llorado a nuestro lado.

            El “monte Sión” del que habla el autor, no se refiere a ningún monte, sino a la presencia del Dios de la Vida en cuya presencia deseamos habitar y del que sentimos una necesidad vital para poder vivir.

            Creer en Dios es acercarse a Él, confiar en Él, apoyarse y fiarse de Él. Esta realidad no es algo físico que se pueda tocar como puede ocurrir con cualquier signo u objeto simbólico, no se trata de relacionarse con Él a estos niveles, sino desde lo más íntimo y profundo del corazón; por tanto,  no va a ser el sonido de una trompeta, ni el miedo a oír cosas raras, o el terror de una tormenta lo que me va a poner en la presencia del Señor, sino que es la fuerza del amor la que va a establecerse como norma  de nuestra relación con Dios; esto no se ve, ni se toca, sino que se vive y esta experiencia de vida está mucho más allá de cualquier otra experiencia de relación humana.

            Pero lo que sí es cierto es que esta experiencia de intimidad con Dios, es básica y fundamental para vivir como cristiano. La vida cristiana se fundamenta en el encuentro con Dios más que en normas, en ritos, en  actos  de culto vacíos y sin sentido.

 
Aleluya Mt 11, 29ab
Cargad con mi yugo y aprended de mí -dice el Señor-,
que soy manso y humilde de corazón. 

EVANGELIO  


Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 1. 7‑14
El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido 

            Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. 
            Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: 
-“Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: 
"Cédele el puesto a éste." 
            Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. 
            Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: 
            "Amigo, sube más arriba." 
            Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. 
            Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.” 
            Y dijo al que lo había invitado: 
-“Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. 
            Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.” 
Palabra del Señor. 
 

REFLEXIÓN
 

“TOMARNOS EN SERIO LA PROPUESTA DE JESÚS” 

 El evangelio de hoy nos presenta una escena muy común: un banquete al que han sido invitados muchos personajes y Jesús se pone a observar y ve cómo cada uno se va sentando de acuerdo a la importancia que se considera; es posible que a muchos los conociera y vería que no eran más que pura fachada.

            En ese ambiente se atreve a declarar algo que chocaba frontalmente con todos los que estaban allí: la categoría mayor está, no en ocupar un puesto de honor, sino en ser el servidor de los más pobres. Esto debió golpear con fuerte a toda la concurrencia y es muy fácil pensar que cualquiera le hubiera respondido “¿Y por qué no te dedicas a eso”? Pero nadie se atrevió a hacerlo porque todos lo conocían y sabían que es ahí donde Él estaba ubicado. No ocurre así con nuestros políticos que no se les caen los pobres de los labios, pero ellos viven instalados en el súper-lujo y viviendo, eso sí, a costa de los pobres.

            Hubo un tiempo, después del Concilio en el que se hablaba mucho de la “Opción por los pobres”, pero poco a poco se fue acallando esa expresión y ya no la pronuncia nadie, pues parece que esto pertenece a la jerga lingüística de los años 60, pero hay que volver a mirar a Cristo y verlo en su salsa: no nació, no vivió, no  compartió su amistad y su vida con los ricos, ni murió en un lujoso hospital como los ricos, sino que siempre se le encontró con los pobres, y en su discurso programático la primera consigna que puso fue: “Bienaventurados los pobres”, de forma que la  opción por los pobres no es un invento de la teología de la liberación, sino una condición indispensable para seguir a Jesús: LA POBREZA, que es igual a la LIBERTAD que se arraiga en el espíritu.

            Si partimos del hecho de que la propuesta de Jesús va en serio, la iglesia no se puede entender si no es desde los pobres, con los pobres y para los pobres, porque si no comenzamos desde ahí, es muy posible que no llegue ni a los medianamente ricos.

 

 

 

 

 

DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO –C-

PRIMERA LECTURA  

Lectura del libro de Isaías 66, 18‑21
De todos los países traerán a todos vuestros hermanos 

Así dice el Señor:
“Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua: vendrán para ver mi gloria,  les daré una señal, y de entre ellos despacharé supervivientes a las naciones: a Tarsis, Etiopía, Libia,  Masac, Tubal y Grecia, a las costas lejanas  que nunca oyeron mi fama ni vieron mi gloria; y anunciarán mi gloria a las naciones. Y de todos los países, como ofrenda al Señor, traerán a todos vuestros hermanos a caballo y en carros y en literas, en mulos y dromedarios, hasta mi monte santo de Jerusalén -dice el Señor-, como los israelitas, en vasijas puras, traen ofrendas al templo del Señor. De entre ellos escogeré sacerdotes y levitas» -dice el Señor-. 
Palabra de Dios.   

REFLEXIÓN 

“EL SUEÑO DE ISAÍAS”    

            Este último capítulo del libro de Isaías se abre a una visión completamente nueva dentro de los esquemas en los que se mueve el pueblo: “Yo vendré para reunir

a las naciones de toda lengua: vendrán para ver mi gloria”: es el universalismo que tiene el proyecto de Dios para la humanidad. El profeta no se queda estancado en el pasado, sino que se abre a un futuro completamente nuevo que rompe todos los esquemas en los que se han venido moviendo.

            Efectivamente, la visión de Isaías se conecta perfectamente con la dimensión que imprime Jesús a su mensaje en el que ya no es la ley ni la pertenencia a una raza o la participación en una sangre, circunscribe la salvación a un pueblo. Isaías está anunciando ya la ruptura de barreras étnicas, lingüísticas, culturales, religiosas… Esto sonaba a un auténtico escándalo, de la misma manera que sonó cuando Jesús decía que podían salir hijos de Abrahán de las mismas piedras.

            Cuando leemos esto así y lo vemos ratificado por Jesús con tanta fuerza, no podemos menos que plantearnos los esquemas en los que nos movemos donde los nacionalismos, los regionalismos, los “apartados” que constantemente hacemos de todo orden y que excluyen a los que no pertenecen a los “míos”, nos damos cuenta que son la oposición más estúpida al proyecto original de Dios que tiene en su mente y en su vida: la creación de un solo pueblo, hacer una familia con todos los hombres, que es a lo que estamos llamados.

            Es verdad que esto suena a una utopía, una “ilusión”, pero en definitiva esto es tan sencillo como que todos los hombres asuman la llamada que tienen a ser felices y, necesariamente para ello no queda más remedio que  reconocer  el proyecto del Reino de Dios y asumirlo como algo propio y necesario para vivir y poder alcanzar la felicidad. De otra forma es imposible.
 

Salmo responsorial Sal 116, 1. 2 (R.: Mc 16, 15)


 R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio. 

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos. R.
R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio. 

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre. R.
R. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio. 
 

SEGUNDA LECTURA  


Lectura de la carta a los Hebreos 12,  5‑7. 11‑13
El Señor reprende a los que ama 

Hermanos: 
Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron: 
-“Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, no te enfades por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos.” 
Aceptad la corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos?
Ninguna corrección nos gusta cuando la recibimos, sino que nos duele; pero, después de pasar por ella, nos da como fruto una vida honrada y en paz. 
Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, en vez de retorcerse, se curará. 
Palabra de Dios. 
 

REFLEXIÓN
 

"FORTALECED LAS MANOS DÉBILES"    

            El autor de la carta a los hebreos  se da cuenta que hay muchas cosas y actitudes que es necesario corregir y que Dios  se vale de mil formas para que se den cuenta del error en el que están y, entonces, coge como referente lo que se dice en el libro de los proverbios (3,11 ss) para formular algunos pensamientos prácticos que les pueden ayudar a los fieles de la comunidad; estas cosas que se dicen no son algo que se presenta como una cosa extraña; son cosas que están en la mentalidad de la gente sencilla y las comprende todo el mundo, porque son la forma que el mismo hombre tiene de hacer las cosas: “Aceptad la corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues, ¿qué padre no corrige a sus hijos?”, con lo cual les está haciendo ver que la escritura no es solo una historia que nos ayuda a recordar lo que pasó, sino que es también un código de comportamiento que nos sirve también  para la historia actual en la que nos movemos.

            El texto está queriendo responder al sentido del sufrimiento humano: no podemos esperar que todo nos venga bien, la vida tiene muchas dificultades y hay que saber afrontarlas, sabiendo que a nuestro lado está siempre Dios que nos da la fuerza que necesitamos, pero no nos va a impedir que afrontemos la lucha, que de ninguna manera, ésta va a hacer que cambiemos el rumbo de nuestra vida.

            El autor invita a hacer frente común con aquellos que luchan contra el mal por el bien de la humanidad y a no dejarse hundir por las dificultades, antes al contrario, sentirnos apoyados los unos en los otros: fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, en vez de retorcerse, se curará.”

            Esta llamada nos viene hoy como anillo al dedo en un momento en el que la dificultad arrecia y, en muchas ocasiones, en lugar de encontrar ayuda y ánimo lo que encontramos es todo lo contrario.     

 
Aleluya Jn 14, 6

Yo soy el camino, y la verdad, y la vida -dice el Señor-;
 nadie va al Padre, sino por mí.  

EVANGELIO  


Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 22‑30
Vendrán de oriente y occidente y se sentarán a la mesa en el reino de Dios 

            En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. 
            Uno le preguntó: 
            -“Señor, ¿serán pocos los que se salven?” 
            Jesús les dijo: 
            -“Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: 
            “Señor, ábrenos”; 
            y él os replicará: 
            “No sé quiénes sois.” 
            Entonces comenzaréis a decir.           
“Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas.” 
            Pero él os replicará: 
            “No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados.” 
            Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. 
            Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.”
            Palabra del Señor. 
 

REFLEXIÓN
 

“NO ES TODO LO MISMO”  

            Jesús va recorriendo los pueblos y las aldeas de su tierra indicándole a toda la gente que el reino de los cielos ya está aquí y que no vale la pena seguir perdiendo el tiempo estancados en otros esquemas que no nos llevan a ningún sitio.

            Estando en esta tarea, uno se le acerca para preguntarle si van a ser muchos los que se “instalen” en esta nueva forma de vida que Él viene anunciando y si son muchos los que se van a salvar; es la misma pregunta que hoy se hace muchísima gente porque creen que es imposible el establecimiento del reino y, por tanto, el participar de él en el “futuro”

            La misma pregunta, pero en otro contexto, es la que le hacen los discípulos sobre la llegada del reino: ¿cuándo y cómo va a ser la venida?.

            La respuesta que da Jesús, tanto a los discípulos sobre el “Cuándo”, como al que ahora le pregunta sobre el “cómo” y el “quién” va a participar en reino, es la misma: lo que menos importa es la forma y el tiempo, lo realmente importante es coger una actitud completamente nueva que es la que nos va a hacer que el “cómo” y el “cuando” sea ya algo definitivo que comenzamos a vivir aquí y quedará plenificado en el establecimiento definitivo del reino. Para ello se necesita un cambio radical, una conversión.

            Jesús aprovecha el momento para advertir a los discípulos sobre algunas actitudes y detalles que son esenciales y no se pueden obviar; esto nos interesa enormemente también a todos nosotros, pues tenemos el mismo problema:

                        No basta con pertenecer a la raza o con estar circuncidados, o con repetir las normas rituales o cumplir lo establecido por la ley… para salvarse: “Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas.” El hecho de pertenecer y poder  tener el acceso a las cosas de Dios no nos da la seguridad de la salvación.

            S. Lucas pone la atención en el pueblo de Israel que vive confiado en esta actitud; S. Mateo, en cambio, mira a la iglesia, que también puede estancarse en esa misma actitud: Profetizamos en tu nombre, hicimos milagros...” es decir: éramos gente religiosa… pero ni eso nos valdrá. La respuesta del Señor va a ser la misma: “Apartaos de mí, no os conozco”

            Lo que da acceso a la salvación no es un título de propiedad, una partida de bautismo, de confirmación, de matrimonio… sino la decisión personal de hacer una opción por Jesús y por su causa, que va a ser lo que le dé una orientación total a nuestra vida.

            Jesús indica esa forma de llevar adelante la opción con un giro literario: “Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán”. S. Mateo incluso contrapone dos caminos: uno ancho por el que va mucha gente y otro estrecho y con dificultades por el que van pocos; esto nos recuerda a lo que escuchamos en el libro del Deuteronomio: “ Mira, hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal” si sigues el primero, “vivirás y crecerás y el Señor tu Dios te bendecirá… pero si tu corazón se aparta y no escuchas, yo os declaro hoy que moriréis”.

            Al camino estrecho de la vida y del bien corresponden el amor a Dios y al prójimo, el bendecir a quien maldice, el perdonar a quien te ofende, el ser sincero, honrado, respetuoso… al camino ancho de la muerte y del mal corresponden la violencia, la hipocresía,  la opresión del pobre,  la mentira, el dejarse arrastrar por los instintos y el desenfreno.

            Son dos caminos que llevan a fines distintos y no se puede caminar por uno y por otro.

            Este es el gran problema nuestro actual: el querer compatibilizar un camino con el otro de tal forma que al final dé igual caminar por uno o por otro, los dos van a parar al mismo sitio.

 

DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO - C-

PRIMERA LECTURA  

Lectura del libro de Jeremías 38,  4‑6.  8‑10
Me engendraste hombre de pleitos para todo el país 

            En aquellos días, los príncipes dijeron al rey: 
-“Muera ese Jeremías, porque está desmoralizando a los soldados que quedan en la ciudad y a todo el pueblo, con semejantes discursos. Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia.” 
            Respondió el rey Sedecías: 
-“Ahí lo tenéis, en vuestro poder: el rey no puede nada contra vosotros.” 
            Ellos cogieron a Jeremías y lo arrojaron en el aljibe de Malquías, príncipe real, en el patio de la guardia, descolgándolo con sogas. En el aljibe no había agua, sino lodo, y Jeremías se hundió en el lodo. 
            Ebedmelek salió del palacio y habló al rey: 
-“Mi rey y señor, esos hombres han tratado inicuamente al profeta Jeremías, arrojándolo al aljibe, donde morirá de hambre, porque no queda pan en la ciudad.” 
            Entonces el rey ordeno a Ebedmelek, el cusita: 
-“Toma tres hombres a tu mando, y sacad al profeta Jeremías del aljibe, antes de que muera.”
Palabra de Dios.  
 

REFLEXIÓN           

LA FIDELIDAD A LA VERDAD 
 

Ser fieles a la causa  de Dios tiene complicaciones fuertes: Jeremía, a parte de todas las críticas, desprecios y persecución, le cuesta  ser  arrojado a un pozo y batirse en solitario con el abandono y con la muerte.

            Cuando toma conciencia se da cuenta que lo único que ha hecho es querer a su pueblo con toda su alma y la respuesta que recibe es el odio, la traición y la muerte.

            Jeremías se está dando cuenta en la situación en la que se están metiendo y sale al paso advirtiendo a su gente, diciéndoles que se aparten de ese camino y la interpretación que dan  a lo que dice y hace, es que está  desanimando al pueblo y creando la confusión: “con semejantes discursos. Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia”

            Jeremías quiere ser fiel a Dios y a su pueblo,  por eso no puede callar el desastre al que se abocan y  prefiere morir antes que venderse, callarse y no complicarse la existencia.

            No es nada fácil anunciar las desgracias que están por venir y denunciar a quienes las están empujando, pero no queda más remedio que hacerlo, por amor al pueblo, para ver si hay la posibilidad de que se den cuenta y cambien, pero la suerte está echada, el pueblo ha optado por la perdición.

            Es una situación muy parecida a lo que hoy estamos viendo: cómo se precipita la sociedad en una locura colectiva y cómo hay unas gentes que aplauden y animan a lanzarse al precipicio, sin querer darse cuenta que el desastre que están empujando va a tener repercusiones tremendas… ¡Pues siguen negando la evidencia y aplaudiendo el desastre y, a quien diga lo contrario lo estigmatizan y lo destruyen.

Pero lo más triste de la situación de hoy,  es ver cómo los medios de comunicación, parecen insensibles al desastre y dan cancha libre a los destructores para que proclamen el mensaje, como si la cosa no fuera con ellos.

La acción de Jeremías pone en jaque la misma cabeza política que se divide, pero no logra la conversión del pueblo y menos aún la de los líderes religiosos y políticos  que se indignan  de escuchar el análisis de Jeremías.           .

Sin embargo, la palabra de Dios y la del profeta siguen inquebrantables, pues la lealtad a la verdad está por encima de cualquier otro interés del tipo que sea.  

 

Salmo responsorial Sal 39, 2. 3. 4. 18 (R.: 14b)


 R Señor, date prisa en socorrerme. 

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito. R.
R Señor, date prisa en socorrerme.

Me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca,
y aseguró mis pasos. R.
R Señor, date prisa en socorrerme. 

Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor. R.
R Señor, date prisa en socorrerme. 

Yo soy pobre y desgraciado,
pero el Señor se cuida de mí;
tú eres mi auxilio y mi liberación:
Dios mío, no tardes. R.
R Señor, date prisa en socorrerme. 
 

SEGUNDA LECTURA  


Lectura de la carta a los Hebreos 12, 1‑4
Corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos

Hermanos: 
Una nube ingente de testigos nos rodea: por tanto, quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. 
Recordad al que soportó la oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. 
Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado. 
Palabra de Dios.  
 

REFLEXIÓN     

 

MIRAR A CRISTO,  FIEL A LA VOLUNTAD DEL PADRE  
 

            En la carta a los hebreo, el autor invita a la comunidad a cerrar filas y empeñarse a fondo en la construcción del reino, con el espíritu que Jesús ha dejado; hay mucha gente que está esperando ver signos, ver algo nuevo, pues  lo que están viviendo es signo de muerte.

            No se trata de buscar acomodaciones, sino de emplearse a fondo en la carrera: “Corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz”

            La fidelidad a la palabra y a la causa  ha de estar por encima de todo interés particular.  El autor pone a Cristo como el modelo, como el referente absoluto, y como la meta suprema: por Él, con Él y en Él  encontraremos sentido a todo.

            Esto va a costar sudor y sangre, pues los seguidores del mal harán todo lo posible para destruir el bien y sus constructores, pero ya dejó establecida la meta y el camino Jesús.  Vosotros: “Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado” es decir: no está descartada, incluso, la muerte.

            Resulta de una tristeza enorme escuchar a cristianos hacer una interpretación libertina de las muertes que hoy se están dando de cristianos que por ser testigos de su fe no tienen miedo de entregar la vida y a diario se están ejecutando a personas cuyo daño cometido ha sido creer en Dios y en su reino de Paz, de Justicia, de Amor y de Verdad y luchan por que esto se haga una realidad y, como en otro tiempo hicieran a Jesús, hoy se los vuelve a asesinar mientras otros cristianos los  acusan de “radicales” y de “Fanáticos”. Esto, además de triste y doloroso, resulta tremendamente vergonzoso.
 

Aleluya Jn 10, 27

Mis ovejas escuchan mi voz -dice el Señor-, y yo las conozco, y ellas me siguen.

 

EVANGELIO

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 49‑53
No he venido a traer paz, sino división 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
-“He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! 
¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. 
En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.” 

Palabra del Señor.  

 

REFLEXIÓN
 

RADICALIDAD ANTE EL REINO   

Jesús va de camino y comparte con los apóstoles lo que le preocupa y lo que a ellos los debe tener también en tensión: Él no ha venido a instalarse, a acomodarse en una situación y contemporizar con el MAL; ha venido a establecer la guerra y no va a descansar hasta dar la última batalla: “He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!” Su fuego es el Reino que va a acabar con todas las injusticias, con toda la mentira y la maldad… ¡Ojalá estuviera ardiendo ya por los cuatro costados!.

            Pero la batalla que hay que dar es dura, pues hay que librarla desde el mismo interior de la persona y desde las instancias  más cercanas, que son los primeros y más fuertes obstáculos  que tenemos que vencer.

            Pero hay algo que es meridianamente claro: ante el anuncio del reino no nos podemos quedar indiferentes o neutrales, no nos queda más remedio que definirnos y lo que no se puede, de ninguna manera, es decir  sí y luego seguir como siempre, como si no nos hubiéramos enterado.

            La opción por el reino nos lleva necesariamente a tomar opciones radicales que, sin lugar a duda, nos van a llevar a situaciones complicadas, pues va a afectar  a muchos aspectos de nuestra vida y pueden llegar, incluso, hasta nuestras relaciones con la familia, pues el reino ha de estar delante, incluso, de la misma familia y de los intereses particulares. (Lc. 14,26)

            Por tanto, es verdad: no ha venido a dejarnos tranquilos, ni a establecernos en situaciones acomodadas, sino a movernos el terreno, a no dejarnos tranquilos. El momento en que nos sintamos a gusto en la situación en la que nos encontramos, es que acabó  en nosotros la tensión por el reino.