IV DOMINGO DE PASCUA.CICLO B

 

El buen pastor da su vida por las ovejas.

Lectura del evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre». Palabra del Señor.
    En muchas ocasiones Jesús nos acerca a quien es Él con ejemplos de la vida cotidiana. Hoy nos encontramos con uno de ellos, la figura del pastor. Sus contemporáneos bien sabían de ello.
    Yo soy el buen Pastor nos dice hoy, aquel que da la vida por sus ovejas y ellas escuchan su voz y le siguen; el pastor que conoce a cada una de ellas y que las llama por su nombre.
    Desde este ejemplo sencillo nos muestra el Reino de Dios, la obra del Padre y la misión del Hijo., El Resucitado da la vida por todos nosotros para que tengamos vida en Él, nos llama por nuestro nombre desde el mismo momento del Bautismo, y desde siempre nos conoce porque está dentro de nosotros mismos para irnos moldeando según la voluntad del Padre.
    Desde aquí como rebaño suyo que somos estamos invitados a seguir sus pasos, a reconocerlo en medio de nuestro mundo y a saber escucharle, hay muchas voces que seguimos en las cuales no podemos reconocerle, somos apacentados en pastos que no alimentan, caminamos por veredas y caminos que en muchas ocasiones pueden acabar en un precipicio. 
    Dejemos que su Espíritu al cual esperamos como en Pentecostés, nos ilumine cuando estemos perdidos al igual que las ovejas que van por otras veredas, cuando estemos heridos Él nos vendará y nos curará, Él siempre saldrá a nuestro encuentro para darnos vida y vida eterna.
    Que el buen Pastor al que hoy celebramos nos reúna en un solo rebaño, y que este su rebaño que somos nosotros vivamos la grandeza y el gozo de tenerlo como Pastor de nuestras vidas.

III DOMINGO DE PASCUA.CICLO B

 

Así está escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día
Del evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:
«Paz a vosotros».
Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.
Y él les dijo:
«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis ahí algo de comer?».
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo:
«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y les dijo:
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto». Palabra del Señor,
    En este tercer domingo de Pascua seguimos la misma dinámica que en los domingos anteriores, Jesús se aparece y los que lo ven siempre dudan y se llenan de miedo. Desde esta base podemos sacar algunas ideas que nos puedan clarificar estas situaciones.
    A todos ellos, aunque ya tenían conocimiento de las apariciones en otras ocasiones de Jesús: María Magdalena, Emaús, los mismos apóstoles, Tomás, les sigue costando ver a Jesús resucitado, porque no lo ven como era antes, sino de otro modo, "Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros." 
    Nuevamente Jesús quiere que lo reconozcan y no le tengan miedo, "mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona". El resucitado pone nuevamente en sus labios que esto era necesario para cumplir las Escrituras, ahora Él es centro pleno de ellas, Él les abre el conocimiento para entenderlas y ser enviados como sus testigos.
    Ahora desde su Resurrección Él se hace presente en medio de nosotros por medio de la Escritura, los Sacramentos, el encuentro con cada uno de nosotros y nos hace testigos en medio de nuestro mundo para que lo reconozcamos y anunciemos a todo el mundo que Él vive y está en medio de nosotros.
    



II DOMINGO DE PASCUA. DOMINGO DE LA MISERICORDIA


 

 A los ocho días, llegó Jesús.
Del evangelio según san Juan.
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre. Palabra del Señor.
    A lo largo de esta semana de la octava de Pascua, Jesús ha querido encontrarse con su pueblo para manifestar que está vivo entre nosotros.
    Hoy nos encontramos en el octavo día y quiere reunirse con todos nosotros, este evangelio claramente es un proceso de fe. El primer paso como siempre es de Cristo con el saludo pascual "Paz a vosotros", les enseñó las manos y el costado signos de su Pasión y les envió para anunciar el Evangelio.
    Les dio su Espíritu que reside en la Iglesia, Pueblo de Dios, y que es la fuerza para la misión encomendada, el ser testigos, "hemos visto al Señor". Pero no todos somos capaces de creer en el testimonio dado como el apóstol Tomás y necesitamos de tocar y ver.
    Jesús en su gran misericordia con el hombre nos llama como a Tomás para salir de nuestra incredulidades "ven y toca mis llagas y mi costado y no seas incrédulo". Aquellos que creemos aunque nos cueste en ocasiones el Maestro nos llama dichosos, bienaventurados.
    Hoy como en aquel entonces nos muestra los signos y nos ofrece su Palabra, nos da los Sacramentos y por medio de su Espíritu nos fortalece para la misión, proclamar que está vivo entre nosotros y va por delante de nosotros.
    Que este domingo de la Misericordia de Dios recibamos su amor que son las llagas y el costado abierto de Cristo puesto que Él desde la cruz nos amó hasta el extremo.